Epílogo Dos Final. 💛

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Todo continuó y empezó de nuevo.

Era el segundo año de prescolar, todos los niños jugaban en el jardín de la escuela, iban y venían de un lado a otro, gritaban y saltaban por los juegos metálicos.

Al fondo, donde los árboles cubrían el callejón detrás de los salones. Un grupo de niños molestaba al pequeño Sean, él resultaba ser un niño bajito y delgado, que todos molestaban por ser tan pequeño para su edad.

—Estás seguro de que eres niño… .– Dijo uno de ellos.– Yo te veo más como una niña pequeña y chillona.

Echaron a reír mientras el pequeño Sean lloraba arrodillado.

—¿Qué pasa, niña? ¿No vas a decir nada?.

—La niña no sabe hablar.– Dijo con una voz burlona.

—¡Contesta!.– De un patadón hicieron caer al suelo al pequeño, que adolorido se volvió a arrodillar.

—¿Qué tienes ahí?.

Sean tenía entrelazadas sus manos temblorosas.

—Na-nada… no es nada…

—Dejanos ver. 

Abalanzándose, lo tomaron por la espalda y mientras uno de ellos intentaba abrir sus manos que Sean resistía por no separar, comenzó a gritar.

—¡Paren! ¡Paren!.– Resistía.– ¡Sueltenme!, ¡No le hagan daño!.

No dejaron de forcejear para hacerlo soltar lo que tuviera pero sin previo aviso un niño más se unió a la reunión.

—¡Dejenlo en paz!.– Dijo antes de pegarle al que lo sostenía de la espalda.

Casi de inmediato los demás niños dejaron al pequeño Sean para ir encontrá del que había llegado.

El gran héroe no dió paso atrás y espero que atacarán pero verle tan decidido hizo a los demás niños dudar.

—¡Vayanse!.– Les ordenó y así todo le hicieron casó, dejando en el piso al pequeño Sean.

Se acercó cuidadoso y lo miró un momento, Sean seguía arrodillado dándole la espalda, por el movimiento en sus hombros, él creyó que estaba llorando, así que sin más se acercó a él y lo abrazó.

Sean se quedó inmóvil al sentirlo.—¿Qué sucede?.– le dijo cuando después de segundos aún no se apartaba.

—No llores. 

—No estoy llorando.– Dijo mientras giraba para ver a su salvador.– Estaba riendo pues sus alas me dan cosquillas en las palmas de mis manos.

—Eh!?.

—Si mira.– Abrió sus manos y dejo ver a una linda mariposa amarilla.

—Eh!!!... .– Se alejó.– ¿Por qué la sostienes?. ¡Déjala! ¡Déjala!.

Sean le miró confundido.—Es solo una mariposa.

—¡No la acerques a mí!.– Dijo poniendo las manos al frente.

—¿Te dan miedo las mariposas?.

—Si… no, no me gustan los insectos, son sucios y feos.

Sean miró a la pequeña mariposa y se echó a reír.

—¿¡De… de qué ríes!?.

—Es que es tan pequeña y tú tan grande, ella debe tenerte más miedo.

—Es… tan pequeña como tu.

Sean bajo la mirada.—Yo… .– Dijo mientras sus grandes ojos se llenaban de lágrimas.– ¡Algún día creceré!.

Si No Es En Esta Vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora