Afterlife

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capítulo 30

Después de la vida

❝A veces eres una extraña en mi cama, no sé si me quieres vivo o me quieres muerto y yo no puedo mirar a otro lado. Me empujas, me alejas y después me pides que vuelva, me suplicas que me quede. Cada pequeña mentira tuya me hace sentir mariposas.❞

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ALENA NO TENÍA la vida que quería. Tenía lo que conocía. Y aquello estaba bien, si... estaba bien.

Un golpe tras otro, perfectamente logrados hacia la bolsa de boxeo que tenia frente a ella. Su cabeza no pensaba en nada más que no sea el entrenamiento que estaba teniendo esa mañana. No había nada de lo que preocuparse, no debía, es decir, ella lo tenía todo.

Poco podía importar eso, si debía ser sincera con ella misma era como si una rabia la consumiera. Incluso cuando no sabía la razón había algo que la estaba molestando. Calaba por su espalda y subía por su espina dorsal como la sensación de peligro, como si su instinto de supervivencia le dijera que no había una sola cosa que estaba mal sino que todo estaba de cabeza.
Golpeó aún más fuerte el saco tratando de callar esos pensamientos que consideraba estúpidos, ¿por qué debería de estar a la defensiva? No era como si tuviera recuerdo alguno que le haga pensar mal, la paranoia no era algo que podría estar en su ser porque solo la haría sufrir un inimaginable dolor.

Si su padre pudiera verla en el estado de duda en la que se encontraba no tardaría en hacerla sentar de nuevo en una de las sillas de su laboratorio hasta que se asegure de que su cabeza estaba limpia, despejada.

De sólo pensar en ello su mandíbula se tenso y de un golpe definitivo el saco de boxeo terminó en el suelo desparramando todo su relleno. Alena no hizo más que mirar su puño, el cual lastimado por no usar las vendas temblaba y una pequeña luz resplandeciente lo envolvía generando su poder.

¿Por qué tenía la sensación de que todo estaba mal?

─¿Tienes una mala mañana, Alena?

La bonita pelinegra se puso recta enseguida, escondió sus manos detrás de su cuerpo y se giró hacía la voz que conocía de memoria, el único hombre a quién podía ponerle cara de líder a ese lugar, la supuesta figura paterna que debía tener (incluso cuando en realidad era su jefe): Frank Finney.

─No, yo sólo...─ sus puños se apretaron en su espalda, bajó la mirada, había descontrol en su sistema y no quería que lo viera─ entrenando, señor. Como se debe de hacer.

Good Luck, Eros #1 ⸺ TITANSWhere stories live. Discover now