Que mala costumbre la que tenemos de ir por ahí: juzgando y subestimando.
A veces, el más débil es quien tiene más valor.
De vez en cuando, el demonio resulta ser un ángel.
Aibyleen Whittemore, modelo, empresaria y cosmetóloga.
Una rubia despampanan...
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Un año después.
Todo parecía marchar al pie de la letra, todas mis instrucciones habían sido seguidas a la perfección y gracias a ello, todos los detalles estaban en su respectivo lugar. Al principio, creí que sería ideal hacer algo sencillo y armonioso, sin embargo, yo no soy sencilla y mucho menos armoniosa.
Me volví literalmente loca cuando comencé a organizar mi boda: dorado, blanco y rosa pastel. Todo era grande, extravagante, descomunal.
Este día sería uno de los más importantes de mi vida, ¿por qué no hacerlo a lo grande?
Me sentía como una princesa con el vestido, era blanco, con una falda amplia con pliegues gruesos que tenía una aventura desde el muslo hasta el final y escote de corazón. Mi cabello estaba recogido en un moño desordenado que dejaba varios mechones sueltos sobre mí rostro, el velo caía sutilmente hacia atrás para no dañar mi maquillaje que era muy sencillo, lo único resaltante eran mis labios rojos.
—¿Nerviosa? —cuestionó mi madre.
Sonreí y negué.
—No, es solo que aún no puedo creer todo esto —froté mis brazos, sintiendo mi piel de gallina—. ¿En serio esto está pasando?
—Está pasando, cariño —se acerca a mí y retira el cabello de mi rostro, acariciando mi mejilla en el proceso—. Sabes que el día de mi boda no fue el mejor de todos, pero mi vida al lado de tu padre sí, y eso es lo que vale —me sentí tan orgullosa de los padres tan fuertes y valientes que me habían tocado, que, aún y cuando su vida y su matrimonio no había sido el mejor, ambos se esforzaron por salir adelante—. Tu historia con Sebastián es completamente diferente, ambos se amaban desde el principio y créeme, Aiby, cuando te digo que, si cuidan lo que tienen, su amor jamás tendrá final.
Sus palabras calaron hondo en mi corazón y tuve que parpadear varias veces para ahuyentar las lágrimas.
—Este collar me lo dio tu padre hace mucho tiempo —se quitó la cadena de oro que descansaba en su cuello, se acercó y con cuidado lo puso en el mío. Toco el girasol que ahora colgaba en mi cuello—, tiene un significado enorme y solo tú puedes hacerle honor.
—¿Qué significa? —cuestiono.
—Amor —sonrió.
—Ay, mami, te amo —la abracé, apoyé mi mentón en su hombro—. Estoy tan agradecida contigo, por siempre estar conmigo en las buenas y en las malas. Eres la mejor mamá del mundo.
—Y tú eres la reina de mi vida, Aiby —acarició mi rostro y besó mi frente—. Te amo.
Tocaron la puerta y la misma se abrió después, papá entró y con una sonrisa se acercó a mamá primero, dándole un dulce beso.