Capitulo 59: Estragos (Parte 2): El error de Elio Biang.

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Pero aquellos nuevos soldados de la casa Biang pronto comenzaron a mostrar un severo problema: De repente parecían perder completamente la consciencia y olvidar incluso quienes eran. Se volvían agresivos e incontrolables, atacaban a cualquiera que se hallara alrededor.

Elio Biang intentó buscar desesperadamente una solución. Pero no lograba resultado alguno, por la que aquella tarde en la que Brent Moreoni envió a sus hijos por dulces había viajado a pedir ayuda de su amigo, después de todo era algo en lo que habían trabajado juntos.

Se encontraron en la casa con expresión seria, aquel era un error que podía tener un precio enorme, se sentaron en el gran comedor junto a Riyeon, Kenzo, Nytia y Rylee Praveen, los padres de Kairan.

–Vas a tener que destruirlos Elio –había dicho finalmente Riyeon con expresión compleja. Ella era heredera de parte de dioses y todo aquello en lo que habían estado involucrados su esposo y Elio Biang le causaba cierta repulsión. Sin embargo, lo amaba tanto, que finalmente había aceptado ayudarlos, eran un equipo, no podía dejarlo solo –Sabes que si esto se descontrola e involucra a los cielos las cosas no van a terminar bien para nadie.

Elio había bajado los ojos y sonaba como un hombre muy cansado cuando respondió –Lo intenté... pero no puedo hacerlo.

–¿Cómo que no puedes?

–Creo que sólo pueden ser destruídos por alguien por su misma fuerza... cada día sus periodos de lucidez son menores, se están saliendo de control. Atacaron a uno de los soldados, ellos simplemente.... le arrancaron la carne de los huesos.

Los Hannae estaban sin palabras. Brent Moreoni jamás se imaginó que aquella sugerencia que le había hecho Ayla llegaría tan lejos. Había salvado a Seogia pero ahora podría llegar a destruir la vida de muchos más inocentes.

–Sí es así, pon en mí esencia demoníaca, los voy a destruir y luego pueden despedazarme o lo que sea luego– Nytia Praveen habló en voz firme mientras su esposo la sujetaba por el brazo, sin embargo, negó –También tenemos un hijo Rylee, debemos protegerlo, todos nosotros participamos en esto y tenemos una parte de culpa.

Elio también se había negado –Si esa fuera la solución, lo habría probado conmigo, pero luego no podríamos detenerte Nitya.

–Quizás debería pedir la ayuda de un dios ayudante después de todo... –susurró Ryeon y Brent la había abrazado por los hombros mientras asentía con expresión compleja, serían castigados, serían severamente castigados por los cielos por haber hecho algo así. Aquello quizás le costaría incluso la vida a Elio Biang y a él mismo.

Pero el problema sería solucionado.

Todos se quedaron en silencio, finalmente fue Elio quién habló –Dejemoslo como última opción, aún puedo controlarlos en los calabozos y tienen periodos lúcidos. Intentaré encontrar una forma en esos momentos.

No había acabado de pronunciar estas palabras, cuando un soldado vestido de la casa Biang entró agitadamente en el salón –Señor, señor... demonios... soldados, por la casa Hannae.

Se desmayó ante los ojos atónitos de todos. En su brazo izquierdo había una severa herida, pero aquella no era una herida de espada, en un instante todos supieron que lo que estaba pasando. Había sido herido por uno de aquellos soldados.

Elio Biang se puso de pie y lo tomó entre sus brazos –Lo llevaré lejos de aquí, Brent no sé qué mierda pretenden los demonios atacandote pero saca a tus hijos de aquí, apenas logré controlarlos, iré y los enfrentaré. Lleva a Rylee contigo, es un gran soldado y puede ayudarte.

Pero Brent Moreoni negó y le pidió a Kenzo que cuidara de su familia –Si ves que todo esto se sale de control simplemente sácalos de aquí y váyanse lo más lejos que puedan. Riyeon sabrá qué hacer. No me esperes, no te preocupes por mí.

Los trazos de su almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora