Capítulo 6: Reflexiones de un loco.

18 2 0
                                    


Esa tarde cuando Brent volvió a buscar algo de ropa a su cuarto, Finlay se levantó de la cama y comenzó a conversarle de la vida, de lo sorprendido que estaba de los cocineros, de lo agradecido que sentía. Brent sólo le dió una mirada rápida notando que ya se veía bastante mejor y entró a su cuarto de guardarropas.

–Ven aquí– le dijo desde dentro. Finlay lo siguió curioso, el maestro del palacio estaba eligiendo ropa, levantándola y luego dejándola en su lugar indeciso.

–¿Quieres que te ayude a elegir ropa? Por supuesto que puedo ayudarte, mi tía dice a veces que tengo buen gusto, por supuesto la mayoría de las veces me pide que deje de vestirme como un imbécil, pero si existen días que me aprueba.

El demonio, sólo miró y dejó que eligiera retrocediendo un poco. Finn dejó su mano recorrer las suaves telas de excelentísima calidad, asombrado por los colores y diseños, no pudo no notar que toda la ropa de allí era oscura. Finalmente eligió una túnica negra que tenía un cinturón de plata con toques azules y una parte inferior azul oscuro. El demonio miró el conjunto con los ojos entrecerrados.

–Nada mal– dijo entre dientes y el chico sonrió ampliamente, feliz de tener su aprobación.

–¿Entonces te lo pondrás?

–Es para ti, no has cambiado esa ropa en días– dijo fingiendo indiferencia sin mirarlo. Era verdad, aún andaba con ese conjunto manchado en sangre y para añadirle un poco más de poca higiene al asunto había transpirado la noche entera por la fiebre con él, Finlay se imaginó que debía estar realmente impresentable y se sintió algo incómodo. Sin embargo, agradeció pomposamente y el demonio lo dejó allí para que se cambiara y se lavara.

Finlay vestido apropiadamente, limpio y con la boca cerrada realmente era otra cosa, se veía totalmente deslumbrante, incluso el demonio tuvo que mirarlo de nuevo para cerciorarse de que la persona que tenía frente a él era de verdad su lunático sirviente voluntario.

–¿Y? ¿Cómo me veo? – dijo al sentir la mirada del maestro Brent sobre él.

–Te queda grande.

–Es verdad, ahora es cuando me gustaría haber crecido un poco más o haber bebido más leche de niño, mi padre siempre me lo repetía pero no le hice caso, heme aquí ahora, el gran maestro me presta ropa y me veo mal.

–No te ves mal– el demonio habló en voz baja, pero Finlay no pudo ocultar una sonrisa, caminó hacia el espejo y se miró, en realidad se veía bastante bien, parecía un rico príncipe o por lo menos un adinerado joven señor.

– Es verdad, me gusta bastante. Gracias Brent, nunca terminaré de pagarte por tu amabilidad. – Brent negó y se acercó a la ventana para mirar el jardín, Finn lo siguió y admiró la belleza de aquellas flores –Que hermoso jardín ¿lo plantaste tú? ¿Podemos ir a ver?

El demonio no mostro expresión alguna, sin embargo, lideró el camino hacia la salida trasera del palacio. La tarde iba suavemente cayendo y el demonio que aún no se sentía tan seguro de estar fuera de día, miró alrededor con algo de aprehensión, a pesar de que sus horas más débiles eran en la mañana, la tarde tampoco era su mejor momento. Finlay recorría alrededor maravillado, incluso tenía frutas en ese jardín, ya se imaginaba la gran cantidad de cosas que podría cocinar con eso.

–Por cierto, me he dado cuenta que nunca viene nadie más aquí ¿no es solitario? – preguntó Finn mirando al maestro que parecía estar distraído con unas flores azules, el demonio se puso algo rígido, sin embargo, caminó hacia otro lugar del jardín y finalmente respondió.

–No lo es, no me gusta la gente y tampoco es que haya nadie dispuesto a venir– dijo secamente, mientras caminaba hacia un manantial cercano y traía algo de agua en una cubeta para regar un pequeño árbol de naranjas. Finlay lo observó con una sonrisa.

Los trazos de su almaWhere stories live. Discover now