23 +La reina+

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Narradora: Rachel Gardener

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Narradora: Rachel Gardener

Escucho mi nombre a lo lejos y aunque quiero abrir mis ojos, estos están muy pesados y parece que no tengo dominio de mi cuerpo. Mi nombre es pronunciado dos veces y luego lo acompaña una sacudida que me hace reaccionar y abrir los ojos lentamente. Estoy desconcertada, la cabeza me da vueltas y mi cuerpo se siente débil. Un duende me observa de cerca y logro recordar todo lo sucedido antes de perder el conocimiento, me siento de golpe y miro a mi alrededor desesperada.

—Cálmate, chiquilla, somos nosotros —declara otro, acercándose al que me despertó.

Reconozco a los duendes de la guarida, aquellos que me sugirieron desear el tesoro de mi amigo.

—¿Dónde estoy? ¿Qué me están haciendo? —Busco obtener una rápida explicación.

—Estás en una de nuestras guaridas secretas, estás a salvo —responde el duende que me despertó.

—No estoy a salvo, todos ustedes son malos. Ustedes son como los otros.

—No, eso no es cierto, chiquilla. Nosotros queremos ayudarte...

—No les creo, ¿dónde está Adler? —Estoy alterada—. ¿Dónde está? ¿Qué le hicieron? —Chillo en medio del llanto.

—No temas, estos duendes son buenos —pronuncia una mujer que se acerca acompañada de otras dos.

Visten de color negro con un traje que cubre gran parte de su cuerpo, llevan encima petos y observo que del lado izquierdo de su cadera cuelga una espada envainada con la empuñadura dorada y en el pomo una especie de piedra brillante. Los duendes se apartan para darle paso a las tres mujeres que se detienen delante de mí.

—¿Quiénes son ustedes? —Intento levantarme del suelo pero casi no tengo fuerzas y una de las mujeres me sostiene impidiendo que caiga.

—Yo soy Lou —Dice la que está en medio—, ella es Clar —señala a la que me sostuvo—, y ella es Any. Somos líderes de las hadas disidentes.

Me quedo en silencio, sin saber qué decir, estas mujeres extrañas acaban de informarme que son hadas y muchas cosas vienen a mi mente sin poder ordenarlas correctamente.

—Rachel, sabemos que conoces a Jarom y que has escuchado hablar de Dayana —menciona, Clar—. Nosotras no trabajamos para Dayana, queremos ayudarte a ti y a Jarom.

—¿Cómo creerles después de todo lo que pasó? —Frunzo el entrecejo.

—Conocerás toda la verdad cuando obtengas el cofre del tesoro —comenta, Any, usando un tono de voz muy sutil.

—No, ustedes quieren que muera. No sé cómo rayos estoy viva, pero no me arriesgaré a que esos desgraciados duendes me maten horriblemente —refuto, apretando mis labios—. Yo vi lo que pasa con todos aquellos que tocan ese cofre.

El tesoro de un duendeWhere stories live. Discover now