14- El bajo Mundo

65 4 0
                                    

¿Puedes sentir este calor asfixiante? Aquella voz, distante y solitaria, escondida en lo más profundo de sus recuerdos, le hablo.

Sus manos quisieron tocar, aquello que era imposible. Es importante recordar las reglas, porque si estás se rompen, todos se romperán también. En pequeños pedazos y no quedará ni un solo recuerdo. Está vez ni uno solo de ellos.

Agitada, confundida y sudada. Licia, despertó, se había quedado dormida después de tanto tiempo sin poder dormir. Recordaba la sensación asfixiante del intenso calor. Sin embargo, no hacía en lo absoluto calor allí.

Llevo inconscientemente su mirada hasta la cama de Asa. Estaba allí, sentado en la orilla, con la mirada perdida en la pared.

El la miro por instinto, y se quedaron en silencio. Sus miradas podían consolarse sin necesidad de hablar. Asa se recostó con la mirada puesta en el techo.

–Sin duda no fue cualquier sueño – dijo el chico en un susurró indescifrable.

Licia dirigió su vista al reloj que marcaban las tres de la madrugada. Suspiro, el frío acogió sus huesos. Pero aún recordaba el calor, aquel intenso calor que le provocaban náuseas.

–Supongo que estoy asustada – confesó de pronto en un susurro inaudible –. Los peores sueños son los que no entiendo, y no importa que haga quizás jamás los entienda, Y es mejor así porque si llego a hacerlo puede que haya ocurrido en esta realidad.

Asa, la miro de reojo podía escucharla a pesar de que su susurro fuera inaudible, las voces le llegaban con claridad a sus oídos. El cerro con fuerza sus ojos, buscando en lo más profundo de su mente la respuesta correcta. una respuesta le bastaba.

La mañana llegó, impaciente, hambrienta y deseosa.

***

– Estoy nerviosa – enunciaba Agnis –. ¿Dime Leinali, tenemos todo?

Leinali asintió.

–Todo está aquí, no te preocupes – le dio unas palmaditas en la cabeza.

Los pasos de Michael, resonaron por toda la sala.

–¿Están todos?

–Solo faltan los de tierra – le informo Goro, entrando su artefacto número 7889 en su mochila.

–Que extraño siempre son los primeros – parecía meditar –. Bueno está bien – poso sus ojos en Percey, y le dedicó una mirada algo extraña. El chico se estremeció.

–No puedo esperar mucho más, confío que todos estarán allí. Buena suerte chicos. Nos vemos – se despidió dirigiéndose de prisa a su oficina.

***

–¿Dónde rayos están metidos los de tierra? – Agnis, se sentó en el suelo refunfuñando.

De pronto Virga, se asomó por la puerta llamando discretamente a los jóvenes. Estos salieron para ver qué traían en manos.

Virga, los guío hasta un lugar más apartado, cuando llegaron a un rincón donde no había absolutamente nadie, solamente Chitose y Taiki arreglando lo que parecían ser sus armas. Tenían todas las armas. Se suponía que Michael se las había prohibido así que no tenían otra opción más que irse con las manos vacías.

–¿cómo ... ¿Cómo hicieron para traerlas todas aquí? – les cuestiono Licia sorprendida.

Virga les dedicó una sonrisa.

–Los hicimos dormir, y nos robamos la llave. Créeme no fue fácil – Virga hablo con un tono alegre y orgullosa.

–Guao, realmente no esperaba llevar mi abanico – Y Licia parecía honestamente contenta.

La profecía de los doceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora