17- Nuestra batalla

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La rápida ida de Leinali dejo a todos en una situación incómoda y abrumadora, los que aún no estaban convencidos en quedarse de brazos cruzados solo callaron, y aquellos que tenían claro lo peligroso que sería tomar aquel riesgo mantenían la cabez...

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La rápida ida de Leinali dejo a todos en una situación incómoda y abrumadora, los que aún no estaban convencidos en quedarse de brazos cruzados solo callaron, y aquellos que tenían claro lo peligroso que sería tomar aquel riesgo mantenían la cabeza en alto.

Adán hizo presencia, y se sentó frente a sus invitados, su hermana se quedó de pie junto a el, ambos compartían una sonrisa extrañamente agradable, ellos tienen facciones delicadas, y unos ojos cautivantes, pero guardan en esa mirada algo realmente tétrico.

–Lamentó que tengamos que hacer esto ahora – hablo Adán, su voz dulce pero calmada y a la vez firme llenaba la sala –, pero es necesario, ya que mañana temprano será el torneo – Adán se vio obligado a detener sus palabras al ver las caras confundidas y asombradas de algunos de los presentes.

–Les explicaré – suspiro Goro, parecía algo decaído – Ellos nos enseñarán a usar la magia invisible, debemos pagarles con entretenimiento, y aquel entretenimiento se los proporcionaremos compitiendo en el torneo que se celebra todos los días en la ciudad.

Cosme abrió un poco la boca y luego asintió de prisa –. ¡Entiendo! ¿Pero no sería mejor pagarles con dinero?

–No es su deseo – le respondió el chico con simpleza.

El pelirrojo inclino la cabeza nada convencido, pero no le quedaba de otro que asentir.

Goro le indico a Adán que continuara.

–Licia puso la condición de que cuatro de ustedes participarían, si uno de ustedes nos entretiene les daremos lo que quieren, pero seremos nosotros los que elijamos los cuatro participantes – Adán sonrió mirando a su hermana.

Entonces Ann que había guardado silencio dio un paso al frente, y levantó dos de sus dedos.

–Yo elegiré a dos de ustedes y Adán también.

Todos asintieron con la cabeza.

Ann fue la primera en elegir a los chicos que querría que participarán, a la primera persona que señalo fue a Goro.

–Ohm, será realmente genial ver a mi querido Goro luchar– exclamó la chica colocando ambas manos en sus mejillas.

–¿Mi querido Goro? – susurro Chitose aguantando la risa.

–No creía que Goro fue esa clase de persona – Murmuro Taiki.

Y ambos se rieron de forma burlona, mientras el pelinegro los miraba intensamente.

Goro se encogió de hombros – Bien, continúa.

Ahora Ann movió sus dedos con indecisión hasta detenerse en Taiki.

–El chico con pecas – hablo la niña con una sonrisita. Taiki se sobresaltó abriendo sus ojos como platos, señalo su pecho.

–¿Yo debo competir? – pregunto preocupado.

La profecía de los doceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora