Una joven castaña tras haber sufrido un grave accidente busca huir de su ciudad natal. Al mudarse se encuentra con una vieja amiga de secundaria que le ofrece una segunda oportunidad, una oferta muy tentadora, que cambiará el curso de su vida. Se ad...
"No es lo que tenemos en la vida, sino quien tenemos en nuestra vida lo que importa." Margaret Laurence
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De forma pesada abrí los ojos, la claridad me hizo voltear un poco el rostro, llevé mi mano a mi boca y quité la mascarilla del respirador. Traté de levantarme pero me fue demasiado doloroso, solté un quejido y llevé mi mano a mi abdomen para levantar mi camiseta negra... al mirar quedé horrorizada... tenía partes inflamadas, hematomas, una que otra cortada... me dolían mis costillas. Al recordar todo, ligeras lágrimas nuevamente salieron, las cuales limpié. Pude escuchar a Bakugo, sonaba enojado, muy enojado y por lo que podía escuchar discutía con alguien.
- No quiero escuchar tus putas mierdas Aisawa. ¡Voy a encontrar al responsable que le hizo eso a Uraraka! - Bakugo manoteó de forma brusca la mano del Capitán, quien mostraba su semblante serio. Al parecer aún no notaban que estaba despierta.
- Katsuki, necesito que te calmes y entiendas que lo que le pasó a la soldado Uraraka es algo normal aquí, no puedes ponerte así. Además ¿Qué harás si el responsable es alguien de tu tropa?. - El Capitán trataba de razonar con él algo que yo desconocía.
- ¡Seguro lo mataré! ¿Cómo puede hacerle eso a la estúpida cara redonda? Ella es incapaz de matar ni siquiera una mosca. - Dijo dándole cara al Capitán, Aisawa no se inmutó para nada, en su rostro no había ningún signo de miedo o lo que sea al contrario parecía estar enojado y cansado.
- ¿Porqué tanto interés en esa soldado, Katsuki? - Mi General se quedó callado por unos segundos mientras parecía pensar. Mi mirada se clavó en él, pues quería escuchar lo que iba a responder... y en el fondo... tenía cierta esperanza de que fuese algo más.
- Eso a ti no te importa. - Dijo para voltear su rostro y conectar su mirada con la mía, pareció sorprenderse pero solo por unos castos segundos. Decidió caminar hacia donde mi.
- ¿Ya terminaste de tomar tu siesta? - Me preguntó con cierto enojo en su voz pero al mirarlo directamente a sus ojos... entendí que estaba... no sé, tal vez preocupado. Le dí mi mejor sonrisa, pues sentía la necesidad de darle lo mejor de mi.
- Si, estoy bien. Solo me duele un poco el abdomen. - Un poco es poco a decir verdad, pero su mera presencia amortigua todo dolor, frustración y tristeza. Me miró un rato a los ojos para que por su voluntad levantara levemente mi camiseta para ver mi abdomen, me sonrojé... al terminar de observar mi abdomen marcado y a dolorido, acomodó nuevamente la camiseta donde estaba.
- ¿Quién fue? - Me quedé callada mirándolo, tratando de leer su expresión... estaba preocupado, enojado y tenía un deje de alivio en su ojos... tenía las ganas de acariciar su rostro, decirle que no importaba y que estaba bien para luego abrazarlo. Sentía la necesidad de hacerlo así que como pude traté de sentarme, el dolor fue insoportable pero lo hice, me senté. Llevé mis manos a su rostro y lo acaricié, le sonreí.
