Nota de la autora: Linduras, perdón la demora andaba sin Internet. Espero que me hayan extrañado porque yo lo hice y pues, aquí les traje un nuevo capítulo espero que lo disfruten y dejen su votico y sus humildes comentarios.
Puede que encuentren algunas fallas, si es así, me avisan.
Gracias x todo, que tengan dulces sueños bebés.
(Para que no se quejen, este capítulo es más largo que los demás jahaha disfrutenn)
3....
2....
1....
Dedicado a AngelicaBetancourt74CAPÍTULO DIECIOCHO
Si fuese espectadora pagaría sin dudas por ver esta escena. Hansel y yo brincando por la reja de mi casa a medianoche, o no, él de seguro brinca como todo un Jackie Chan de las artes marciales pero ¿yo?. Eso será un gran espectáculo, amigos.
Debería considerar trabajar para el circo.
—¿Brincas tu primero, o brinco yo?
A mi lado Hansel se acariciaba la barbilla razonando la manera para salir de él claustrofóbico lugar. Cuando niña tuve ese problema, no podía estar en espacios cerrados me ponía de los nervios y bueno, por alguna razón me siento asfixiada.
Imagínense estar en un pequeño espacio—no tan pequeño pero de todos modos estoy enjaulada— con el chico que te remueve el piso y para colmo sin oportunidad de escapar si pasara cualquier cosa. Me refiero a si tengo que salir huyendo como normalmente lo hago con su presencia.
El destino me ha jugado una mala pasada.
¿Este es mi castigo por pecadora?
Niego con la cabeza ante su pregunta, —No, ni te lo imagines, no pienso brincar esa reja.
Él se gira hacia mí y en arca una ceja divertido.
—¿Ah no? ¿Y como piensas salir de aquí? —reta.
Comienzo a pensar en una respuesta convincente pero me doy cuenta inmediatamente que sería absurda. Cuanto desearía en estos instantes ser descendiente de una familia de brujos o algo así para poder volar.
Tengo que dejar de leer libros de fantasía.
—Pues, no lo sé, ya se me ocurrirá algo —me encojo de hombros.
ESTÁS LEYENDO
Desde mi azotea✅[Editando]
Teen Fiction"Ya no soy capaz de mirar al cielo sin acordarme de él" Micaaela solía vivir tranquilamente, sin preocupaciones ni problemas, claro, hasta que él apareció. Desde el día en que decidió sentarse en su azotea para escribir, ya nada le parece igual, n...