Capítulo X

1.1K 193 66
                                    

El ser humano se ha preguntado varias veces cuál es su límite, hasta dónde puede llegar, qué puede soportar y por cuánto tiempo lo puede hacer. Izuku siempre consideró que aquellas preguntas podían ser resueltas únicamente cuando el momento llegue, lo demás serían simples suposiciones.

Él creyó que su límite se encontraría al ver el rostro pálido y sin vida de Katsuki sobre aquella cama de hospital, pero no fue así, un par de horas después se encontraba reclinado sobre el abdomen de su madre suplicando por su vida, creyendo que ya no podría soportar nada más, pero una vez más se equivocó. El dolor continuó varios años, aquel sufrimiento que juró lo mataría fue lo que irónicamente lo mantuvo con vida, peleando y juntando fuerzas para lo que se avecinaba.

Aquella mañana en la que llamaron desde el hospital a la casa hogar Izuku creyó haberlo perdido todo, aquella voz suave y doliente que le dio la mala noticia sobre su madre quedó reproduciéndose a cada segundo dentro de su cabeza como una grabadora descompuesta. Las piernas de Izuku temblaron y cayó al suelo sin reparo, de verdad había considerado que desconectar a su madre sería el fin de su cordura.

Una vez más se equivocó.

El mismo día el culpable de todo el sufrimiento vivido había celebrado la noticia de su pronta liberación; la sonrisa en el rostro de su padre se convirtió en el verdugo de Midoriya Izuku mientras todo a su alrededor se iba desmoronando, cayéndose a pedazos, dejándolo de pie únicamente en un trozo de cemento que parecía flotar lejos por el infinito.

Fue entonces que Izuku consideró que nada más podría ser peor que eso, que lo había visto todo y soportado demasiado como para considerar que ese era el fin y límite de su cordura, que al fin había tocado fondo con todos los dedos de la mano.

Pero aquella mano que se negaba a tomar impulso para conseguir sacar la cabeza del pozo al que había caído y tomar un poco de aire se abrazó a la única oportunidad que le quedó al llegar al fondo, aquella oportunidad que brillaba en un carmín intenso y envuelto en flamas oscuras. Izuku lo tomó para aferrarse a él y de repente su mano lo impulsó hacia arriba en una bocanada de esperanza ennegrecida.

Y ahora lo veía.

De cabellos cenizos y ojos carmines, con su sonrisa ladeada como siempre y esa voz juguetona que parecía querer burlarse de alguien. Ahí estaba, de pie frente a él, esperando que saliera del impacto inicial que fue volverlo a ver con vida.

Era Kacchan, jamás se confundiría. Se trataba de él.

Sus ojos se llenaron de lágrimas que se desbordaron por sus mejillas, el deseo ferviente que sentía en su pecho ante la necesidad de correr hacia él y abrazarlo con gran fuerza hasta sentir que se fundía en su piel lo hacía temblar, impedía que se moviera y lo mantenía estático en su lugar intentando articular alguna palabra en sus temblorosos labios.

Kacchan, Kacchan, Kacchan. Era consciente que repetía una y otra vez su nombre por la mirada algo fastidiada y burlona que le lanzaba el pequeño de ojos carmines, su boca se movía por sí sola y utilizaba su nombre como un ancla hacia la realidad. Porque eso debía ser real ¿Verdad? No recordaba haberse quedado dormido en algún momento de la noche.

—Kacchan—dijo en un último susurro antes de ser callado por la mano extendida de Katsuki—. Yo... Tú estás aquí.

Sus piernas amenazaban con hacerlo caer, temblaban a cada paso que daba para acercarse hacia Katsuki, podía sentir que en cualquier momento se desplomaría hacia el suelo o simplemente despertaría dándose cuenta que nada de eso fue real y que Bakugo Katsuki no estaba frente a él mirándolo.

Sus manos se extendieron cuando su cerebro captó el hecho de que se encontraba a tan solo un par de centímetro de distancia, las levantó hasta dejarlas a la altura de las mejillas pálidas de su mejor amigo y ahí las acarició. Estaban frías como un témpano de hielo, debía ser por la poca ropa que llevaba en una noche venteada como aquella. Miró a todos lados buscando uno de sus abrigos y cuando intentó soltarlo para tomar el que había dejado sobre la cama pudo sentir la pequeña mano de Katsuki sujetarlo con suavidad, su cuerpo entero se estremeció ante el contacto.

Infierno Celestial [FINALIZADA]Where stories live. Discover now