Capítulo 2: Sueña

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Me encontraba en un espacio totalmente oscuro. Sentía miedo de moverme y golpearme o caerme hacia el vacío, si es que existía, pero a su vez quería largarme de ahí. Deslice lentamente mi pie derecho y para mí suerte el piso se iluminó de un color que nunca había visto en la vida. Puse mi otro pie en esa zona y repetí el procedimiento cada vez más rápido. Podía oír ruidos y murmullos alrededor de mí, sin embargo nada se acercaba. Así seguí hasta que a lo lejos vi una luz.

Camine hacia ella, o mejor dicho, hacia las antorchas que iluminaban una puerta, a los lados de esta se encontraban unas sillas con un muñeco cada una. No era estancia medieval. Se asemejaba más a una caverna de gran altura. 

Un ruido estruendoso se escuchó cuando me acerqué a la puerta. Creí que aquel lugar si iba a derrumbar así que corrí de vuelta al pasillo de donde venía. Fue rápido esa acción que no note que las culpables eran las figuras de tierra que empezaron a moverse y a crecer hasta que los vi convertidos en gigantes de hielo y fuego.

Uno de ellos, el de hielo, me hablo, pero  yo no entendía lo que decía. El segundo interrumpió al primer gigante, tampoco respondí. Sin embargo por el tono en que hablaban, sabía que no estaban molestos con mi presencia. Hablé esperando que me entendieran.

— Yo... lo siento, me llamo...
— No, no te pedí tu nombre dije ¿Quién eres tú y qué haces aquí?—dijo el gigante de fuego, que al parecer se sentía filósofo.

¡Filósofo, eso era! Recordé en ese instante que esa pregunta nos la había hecho el profesor de filosofía. Creí estar en un sueño—de los más raros que mi mente había creado—y supuse que al saber que era un sueño podía controlarlo  por lo que me terminé relajando.

Ambos se miraron entre sí para después volver ha hablar en ese idioma extraño. El gigante filósofo como si fuera perro empezó a oler el lugar. Pasó un poco de tiempo hasta que me señaló. En ese momento de sus cuerpos sacaron dos mazos y yo siendo idiota no retrocedí.

— ¡Es un intruso!— rugió el azul.
— Tu esencia no es de los nuestros—el gigante de fuego alzó su mazo listo para matarme.
— No pueden hacerme nada, son producto de mi imaginación, váyanse— hable seguro, aunque ninguno de los dos desapareció. El gigante rojo golpeó la parte del piso que estaba al lado mío y supe que estaba en peligro.
— No es un sueño enano.

Corrí como alma que lleva el diablo por todo el recinto—el pasillo negro que me había hecho llegar ahí ya no estaba—esquivando golpe tras golpe como podía. Lo único que había ahí eran rocas, tierra y los pedazos de las sillas rotas. Todo eso les lance para ganar tiempo y acercarme a mi única esperanza: la puerta.

Logre tomar el pomo de la puerta pero está no se abría. Le di patadas, la golpee con mi hombro para que cayera, grite por ayuda. Estaba atrapado.

El gigante de hielo fue el primero en estar frente a mí, yo solo pude cerrar mis ojos cuando una voz empezó a oírse. Los tres nos quedamos quietos, atentos. Reconocí la voz de esa persona, era mi madre.

Desperté en mi cama alterado por lo sucedido. Al lado de mí estaba mi mamá, quien me vio asustada a la vez que intentaba tranquilizarme.

— Calmado, ¿si? Solo fue una pesadilla— le sonreí—. Ver tantas cosas de fantasmas y más ya te está haciendo daño.
— Tranquila mamá, en realidad no era una pesadilla solo fue... extraño. Ya sabes que mis sueños siempre han sido así— me miro con detenimiento y dejo el tema de lado.

— Ven,  haré leche con chocolate y lo acompañaremos con el pan que traje. ¡Está recién salido del horno!

La seguí y platicamos como nos fue a los dos en el día—por supuesto que mentí—pero mi mente estaba pensando en el sueño. Fue real, muy real, tan real como el desconocido del bosque.
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Pasaron varios días, no volví a tener ese "sueño". Como dije, mis sueños fueron así desde niño, incluso algunos se repetían. Recuerdo que en esa época creía que mi alma se desprendía y viajaba a otro lado o qué quizás los sueños eran una forma de ir a otra realidad y que mientras yo estaba despierto aquí, mi otro yo estaba dormido. Eso había sucedido aquella noche.

Después de tanto pensar termine por ir a casa de mi amigo a platicarle lo ocurrido.

— Pensé que ya habías superado esa idea. Yo creo que tú subconsciente tomó lo que vimos allá y mezcló algo que leíste—me dijo tranquilo—. Tu imaginación siempre ha sido superior a la de los demás. Deberías escribir tus sueños, quizás consigas hacer una buena historia.
— ¡Te juro que estaba en otro lado!— grite—la prueba es el color del piso. ¿En qué momento vi un color que no se puede describir?
— Ya te dije, tu imaginación es superior.
— Carlos ¿por qué ya no me crees?
— Mira, a mi también me ha pasado. La otra vez soñé que me jalaban los patas, desperté y estaba a la mitad de mi cama, luego me volví a dormir.

Yo lo mire sorprendido ante la naturalidad con que lo comento para después mostrar mi enojo.

— Si, había dejado esa idea a pesar de que casi todas las noches sueño con esas personas y si no son ellas son esos cuerpos... porque creía que estaba loco ¡¿Sabes los frustrante que es eso?!—grite de nuevo— ¿Qué se burlen de ti y tu mamá?¿Qué te lleven con un psicólogo y te digan que estas bien cuando no es así?— hice una pausa—lo creí hasta el último día de clases.
— No, no sé lo que se siente eso— me miro tranquilo—sin embargo sé que a veces hay que dejar las cosas como están, porque puede salir más caro.
— ¿Qué?
— ¡Por favor, te conozco desde niño! Tú quieres ir a buscar a ese chico o pasar al otro lado e intentas convencerme de acompañarte... como siempre.
— No había pensado en eso, igual no deseo que vayamos a ese otro mundo—. Él me miro confundido—. Pero no estaría mal preguntarle al indio sobre lo que me sucede, quizás me puede ayudar.
— ¡Agh, esta bien! Un día de estos nos meterás en un gran problema—. Comentó tomando su chamarra y su mochila que siempre estaba preparada.— ¡Vámonos ya!

Salimos de la casa hacia la entrada del pueblo pero comenzó a llover, olvidamos que en esos días iniciaba la temporada de lluvias. En ese lugar la mayoría de las veces la lluvia era tan intensa que no dejaba ver nada, por ello apretamos el paso de regreso.

Después de sacarnos las pocas gotas nos alcanzaron, le avisé a mamá que no iría a casa, y que ya le habíamos pedido permiso a los padres de Carlos—nunca hicimos eso, pero a ellos no les molestaba tenerme ahí—de quedarme a dormir en caso de que la lluvia no parara.

Volvimos a su cuarto, me senté en el piso esperando a jugar con algún juego de mesa o ver algo en la televisión como solíamos hacer, en vez de eso mi amigo se sentó frente a mí con libreta y pluma en mano.

— ¿Te parece si empezamos?— hablo Carlos.
— ¿Cómo?— no entendía su pregunta.
— Te dije que debías escribir lo que sueñas pero como sé que nunca harás eso yo lo haré por ti. Además, si quieres que el habitante del bosque te ayude entonces necesita toda la información que le puedas dar—respondió como si fuera obvio.
— Supongo que tienes razón... ¿y por dónde empiezo?
— Humm... Dime tu sueño mas recurrente.
— Son dos— señale—pero quizás el más repetido es el de las tres manchas.
— ¿Qué sucede en ese sueño?
— Hay tres personas frente a mi, lo sé por sus siluetas. Sus rostros no puedo verlos porque están como... como tapados con una mancha o rayados, no sé. Tampoco oigo sus voces pero los veo interactuar entre ellos desde mi baja altura. Una de las personas se acerca a mí y toma mi mano, me guía a una mancha aún más grande que está detrás de mí. Luego de eso, me despierto—termine de decir mientras veo a mi amigo escribir.
— Listo. Ahora dime el otro sueño.
— Carlos ¿recuerdas que dijiste que a veces hay que dejar las cosas como están? Bueno, pues prefiero no saber nada de ese.

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Hola 😀 ¿Cómo están? ¿Les ha gustado el capítulo? Deseo que si. :3
Cada mes subiré 2 capítulos. Muchas gracias por leerme, nos vemos el próximo mes ☺️☺️
Edit: No me había fijado que el capítulo se guardó sin la actualización que le di, jaja.

La historia del mundo olvidado que nunca existióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora