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acá estaba en este aburrido y estúpido intento de almuerzo, que, al mismo tiempo hacia la labor de reunión de socios, llevábamos más de una hora tratando de ponernos de acuerdo en una nueva propuesta millonaria, que no solo traería dinero a la compañía, sino también muy buen prestigio y reputación.

Soy el gerente de la mejor compañía de publicidad del país, Publicity M&M, empresa fundada por mis padres hace casi quince años y que hoy en un desafortunado giro de eventos era propiedad de Michael Matthews; intentaba mantenerme concentrado en tanta charla inútil y banal hasta que el Sr. Mathews me saca de mis pensamientos

— Entonces, pronto tendremos nuevo vicepresidente en las oficinas de Publicity M&M — reaccionó al escuchar lo que dijo — como verás Alexander, acá mi amigo Nicholas dejará la vida de trabajo para atender completamente a su esposa y a su hija, todo un hombre de familia— dice orgulloso de ello.

Nicholas era un hombre de unos 60 años, según decía viva enamorado de su esposa desde que se casaron hace 35 años y bla bla bla, ¡patrañas! Era un viejo zorro, le había descubierto un par de amantes, demasiadas, diría yo y en estos tres años que llevaba trabajando para la compañía ya le conocía sus pervertidos gustos, jovencitas, solo estaba con chicas jóvenes, prefería a las pasantes o becarias que llegaban a la oficina, pero frente a Michael Mathews todos eran buenos esposos. Claro el lema de la empresa era "La Familia es Primero" Aunque ni el mismo Mathews era fiel a su lema, en este momento se decía que su asistente Mary estaba por dar a luz un hijo del jefe, ella decía que no, pero todos sabíamos que se encontraban liándose desde hace un par de años.

Yo era el único en la empresa que aún no se casaba, ni lo iba a hacer; amaba mi soltería, las mujeres con las que salía sólo las veía una vez, una cena, una copa y una noche, así como entraban salían de mi vida sin más. No quería compromisos ni ataduras de ningún tipo, no estaba hecho para ser un hombre comprometido.

— Y, ¿cuándo nos presentaras a tu prometida Alexander? Llevamos mucho tiempo esperando a que formalices, ya sabes nuestro lema — Michael hablo, haciendo que todos en la mesa voltearan a mirarme.

— Pronto — fue mi respuesta. Hace un par de meses Mathews insistía en una pareja formal, ya que no quería un soltero en una empresa familiar, mucho menos cuando en menos de un mes me encontró con distintas mujeres, lo único que pude decirle fue que tenía prometida. ¡una verdadera locura!!! Ahora quería conocerla al igual que todos los directivos de la empresa. — Muy pronto — si claro.

— Alexander, tu y Luke son los dos posibles candidatos al puesto de vicepresidencia, quiero ver muy buenos resultados con este proyecto, no es competencia, pero ya saben como manejamos las cosas —

Seguimos en la aburrida reunión, detallando todos los posibles nuevos socios que tendríamos, las nuevas propuestas y nuevos proyectos que se venían encima.

Era mi deber y el de Luke traer nuevos posibles futuros proyectos, además de cerrar tratos con agencias que ya teníamos en nuestro poder, e intentar mejorar las ofertas de la competencia, actualmente trabajamos la publicidad de mas de ciento cincuenta empresas, de las cuales el setenta u ochenta por ciento de ellas las había traído yo.

— Alexander, espera — me llamo Mathews cuando ya todos habían salido de la reunión, como era mi costumbre siempre me quedaba hasta que todos salieran, me fastidiaba los chismes de pasillo y la supuesta confianza que mostraban entre ellos al salir, me le quedé mirando tratando de descifrar que quería decirme, no era muy común que me llamara, o incluso que se quedara en la sala.


— Cierra la puerta — hice lo que me pidió y me acerqué a él, — Alexander, el puesto de vicepresidencia, como decirlo — suspiro — quiero dártelo a ti, siento que eres más capacitado para tomar esa posición, sé que Jhonsson es bueno, pero no como quiero que lo sea, pero, necesito que estés casado para eso. —me quedé de piedra viéndolo, ese puesto era lo que más quería desde que entre a trabajar, como era posible que no pudiera conseguirlo sin una mujer.

— Jhonsson ya está casado, casi por tener una hija, es buen candidato, pero prefiero tu modo de trabajar, eres más, como decirlo, profesional — se quedó mirando por el ventanal y lo siguiente que dijo fue el detonante para que mi vida cambiará por completo.

— Te daré dos meses para casarte y la vicepresidencia será tuya Alexander, lleva a tu prometida a la reunión del sábado, quiero saber que todo esto es real — le sonreí y asentí con la cabeza antes de salir de la sala de juntas, ni siquiera sé cómo conduje de regreso a casa ese día.

El sábado, esas palabras seguían dándome vueltas en la cabeza mientras me dirigía a casa. ¿De donde sacaría una prometida para el sábado? Mierda, estaba más que jodido.

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

Al siguiente día llegue a la oficina estresado y para completar mi felicidad, choque con mi asistente, una pequeña y delgada rubia que vivía más en el piso que con los pies en la tierra y en este momento, como siempre, estaba de rodillas frente a mí, ¡Mon Dieu! Esa mujer literalmente se tropezaba con su propia sombra, era desesperante la cantidad de veces al día que tropezaba, caía o tiraba algo, sin contar las veces que se había derramado mi café sobre ella o sobre papeles importantes por su torpeza.

¡No podía ser tan despistada, sin embargo, no podía echarla, era prácticamente la asistente perfecta! Quería mi ropa de la lavandería, la tenía; ordenar mi colección de libros y películas por orden alfabético, ¡hecho!, desviar llamadas de chicas que querían verme de nuevo, listo. Quedarse horas extras sin rechistar, realizar un trabajo de una semana en un día, todo lo que necesitaba. No había nada que yo le pidiera y que ella no hiciera.

— Llama a Edward lo quiero en la oficina lo antes posible — le gruñí — reserva la mesa de siempre en Archie's para las ocho — ella asintió con la cabeza, que desesperante, siempre que me veía temblaba como un ciervo, segua en el piso con una gran cantidad de papeles a su alrededor.

— ¡Levanta eso rápido! — grite exasperado, —necesito que busques los informes de las últimas publicidades que se realizaron para la empresa "Frintz", ¡para ya! —

Ella asustada empezó a reacomodar todo aún en el piso. Creo que disfrutaba estar de rodillas, pase de largo a mi oficina mientras pensaba que hacer.

Hablaría con Edward, tal vez él pueda ayudarme, era mi mejor amigo, su esposa era modelo y ya había dormido con casi todas las amigas que me habían presentado, eran los únicos que sabían que no tenía prometida.

Agarre el teléfono y llame a mi asistente — ¿Dónde está Edward? — gruñí
Con voz temblorosa me contestó que estaba subiendo. — Necesito los informes ¡Ahora! — grité y colgué el teléfono.

Veinte minutos después decidí salir a ver porque Edward aún no llegaba, cuando abrí mi puerta lo encontré allí, hablando animadamente con mi asistente. La ira recorrió mi cuerpo, como era que esa mujer le agradaba a todo el mundo.

La detalle bien, era extremadamente delgada y usaba ropa que seguramente era donada o de su abuela, tenía el cabello siempre recogido en un moño alto atado tan fuerte que hasta a mí me dolía la cabeza verla, lentes de pasta y unas ojeras pronunciadas enmarcaban sus ojos azules, tal vez lo único llamativo de ella, miré a Edward quien al verme sonrió

— Nos vemos Nathi — le dijo a mi asistente, fruncí el ceño al ver la confianza de los dos, él se acercó a mí y me saludó con una palmada en el hombro y entró a la oficina como si fuera la suya.

Voltee a mirar a la Señorita Green quien tenía una sonrisa en el rostro, ¿qué le pasaba? ¿acaso le gustaba Edward?

— ¿Mis informes? — le pregunté con tono de voz severo.

— Solo me falta el de contabilidad, la chica me dijo que apenas terminará me llamaba, en cuanto los tenga todos los llevaré a su oficina — me respondió.

­— Me importa muy poco lo que dijo la de contabilidad, necesito esos informes ahora, si no los tiene para cuando Edward salga de mi oficina mañana no vuelva – la vi rodar imperceptiblemente los ojos.

— Si, señor – con esto la deje allí antes de adentrarme de nuevo a mi oficina.

Sr. Le RouxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora