Probabilidades

686 42 21
                                    

A pesar de haber conseguido descansar con Damiano a mi lado, mi aspecto seguía siendo horrible. Las ojeras habían disminuido, pero mi cuerpo demostraba que la vida se escapaba a través de mi piel. Es por eso por lo que, cuando me reencontré con los chicos al día siguiente, todos se preocuparon al instante.

- ¿Se puede saber que te ha ocurrido? – Me dijo Vic nada más verme, llevándose las manos a la boca. – Cielo, tienes muy mala cara.

- En otras palabras y sin ofender, estas horrible. – Dijo Leo, que se llevo un golpe por parte de Damiano.

- Estrés. – respondí simplemente. Aunque sabía que no podía seguir ocultando aquello mucho más tiempo.

- Ya, pues no puedes dejar que el estrés te consuma de esa forma. Vas a acabar enferma. – Me dijo Thomas con preocupación.

En aquel momento, quise decirles que ya estaba enferma, pero que no era el estrés lo que estaba acabando conmigo, si no una de las peores enfermedades que uno puede toparse de frente. Pero no podía, no encontraba las palabras correctas, y, sobre todo, necesitaba hablar antes a solas con Damiano.

- Lo sé chicos, de verdad, pero estoy bien. Trataré de tomarme las cosas con calma. El viaje con Damiano me ayudara a descansar. – Estaba cansada de mentir, de fingir una buena cara.

- Va a volver como nueva, ya lo veréis. – Dijo mi novio sonriente. Ajeno a cualquier preocupación.

El resto del día lo pasamos comiendo y disfrutando de la compañía mutua. Estar con ellos conseguía mantener mi mente ocupada y alejada de la preocupación constante que era saber que no te queda tiempo, y quería aprovechar al máximo los momentos que pudiese pasar a su lado. Pero por mucho que tratase de no pensar, la culpa por estar ocultándolo crecía y crecía en mi interior. A las 5 de la tarde sonó mi teléfono, y reconocí instantáneamente el número del hospital. Me levanté lo más rápido posible para cogerlo de la mesa, pero Damiano se me adelanto, y frunció el ceño al ver el número.

- Tengo que contestar. – Digo con la mayor normalidad posible, aunque el corazón me iba a mil por hora. Damiano me lo da sin mayor espera y yo me alejo lo máximo posible de allí.

- ¿Diga?

- Roxanne. Soy la doctora Uccello.

- Lo suponía. – Digo sin animo en la voz.

- He estado esperando que vuelva a consulta esta semana para hablar de como vamos a proceder con su diagnóstico, pero no ha dado ningún tipo de señal. Necesito darle los resultados del resto de pruebas y saber como proceder. – El silencio es lo único que obtiene de mí y oigo un suspiro al otro lado de la línea. – Entiendo que esta noticia es algo muy duro, sobre todo a tu edad, pero no puedes simplemente rendirte. Tienes que luchar, si hay una mínima esperanza hay que tomarla.

- Usted sabe tanto como yo que no la hay. – Digo de forma dura.

- Ven mañana a consulta y vemos los resultados. Por favor. Después toma la decisión que creas conveniente.

- De acuerdo.

Cuelgo el teléfono y miro al cielo, implorando una respuesta de porque, haya lo que haya allá arriba, no para de castigarme.

- ¿Qué quería? – Dice Damiano detrás de mí, provocando que pegue un grito.

- Joder. Me has asustado.

- ¿Y bien? – Dice serio.

- Darme los resultados de mis análisis. Esta todo perfecto.

Tornare (Damiano David)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora