Capítulo 5: A ellas, la respetas.

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autista Williams siempre ha sido una persona que tiene mucho respeto a los demás, siempre y cuando, el otro también lo respete a él. Su abuelo le enseñó que el respeto se gana, y no por ser una persona mayor o superior que él, debía bajar la cabeza cuando le irrespetaban.

Ahora mismo, el azabache, salía de su casa y se subía al carro para ir a su trabajo. Ya llevaba una semana y media con esa rutina. Levantarse, canalizar su ira con su saco de boxeo, asearse, comer, ir al trabajo, meterse al bosque sin sentido, y finalmente volver a casa. Las cosas iban de maravillas, aunque el joven se sentía extraño cuando se encontraba con la joven de piel rojiza. Como si hubiera algo que lo llamara. Algo que lo atraía como un magneto.

Tuvo un sueño. Ella estaba en el. Eran ambos corriendo en el bosque, gritaban un nombre, alguien se había perdido. Cuando la veía a ella, poco a poco, su silueta de mujer desaparecía y la forma de la loba grisácea aparecía a su derecha, corriendo en sus cuatro patas y rápida como una bala. Antes de poder encontrar lo que buscaban, despertó. Estaba sudado, y se sentía tan extraño, que rompió el saco de boxeo viejo de un solo golpe. Su enojo estaba cada vez más intenso, y eso lo asustaba.

Estacionó en el aparcamiento de la librería y bajo del auto, para encaminarse hacia el local. Entró por la puerta de empleados, dejó sus cosas en su locker y se fue a su lugar de trabajo, detrás de la barra. Se extrañó al no ver a su compañera allí, ya que siempre estaba minutos antes que él. En su lugar había una pequeña pelirroja que pintaba algo en el muro junto a la barra.

—¿Dónde se metió Leah?.—Preguntó Bautista a Marlene, que estaba tomando un café en la barra mientras revisaba unas carpetas.

—Está enferma.—Respondió Marlene, dejando de ver los papeles para mirar al chico frente a ella.

—¿Qué tiene?.—Preguntó Bautista.

—Gripe.—Dijo Marlene, tranquila.—Supongo que se la contagió de su madre. Así que he venido a hacerte compañía, en lo que Marine termina el mural nuevo.

—¿Quién?.—Preguntó Bautista, ladeando la cabeza.

—La pelirroja que está pintando.—Señaló Marlene.

El chico asintió levemente y se dio vuelta para dirigirse a la cafetera y comenzar su día de trabajo. No supo el porqué, pero se había preocupado por el estado de la joven, ¿Y si necesita algo, Leah?, se preguntó Bautista.

La jornada fue amena, el chico hacía su deber, Marlene le ayudaba con los pedidos y Marine pintaba fluidamente sobre la pared blanca. Bautista frunció el ceño al ver que el dibujo era de un lobo aullando a la luna desde un risco. ¿Cuál es la obsesión con los lobos?, se cuestionó el chico.

La campanilla de la puerta dio el aviso de que alguien había entrado al local. Bautista seguía preparando café en la cafetera junto a la barra, mientras que Marlene le iba a tomar el pedido al nuevo cliente que había entrado. Todo estaba tranquilo, hasta que algo le llamó la atención al joven.

New Happiness |7| L.CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora