Irene:

9.3K 558 5
                                    

He tomado un jodido taxi hasta su casa y resulta que no se encuentra. Como no he querido volver a la mía, ya que aún ronda por mi cabeza la conversación con Cedric, he estado esperando sentada en la acera por más de veinte minutos. Espero que aparezca pronto.
— ¿Irene? —una buena, al fin— ¿Estas bien? —la oigo agitada. La enfrento y frunzo el ceño al ver su ropa desaliñada y su cabello fuera de lugar. ¿Es que ha corrido una maratón?
— ¿Tú te encuentras bien? —sonrío— Parece que vas a desmayarte en cualquier momento. —bromeo.
— Una siesta no vendría mal. —dice mientras me indica que la siga.
Me pongo de pie y hago lo que ha pedido. La examino varias veces con la mirada buscando indicios de una pelea. Es una costumbre que adopté con Declan. Por su estado fácilmente podría pensar que estuvo en una.

Luego de haberle preguntado más de cinco veces por lo mismo, Kalinda me dio una excusa poco convincente del porque era la viva imagen de una mujer que ha corrido kilómetros tratando de salvar su vida. No seguí preguntando ya que no se veía cómoda respondiendo y en verdad la notaba cansada. La conversación tomó un rumbo nuevo y se dirigió al porque estaba yo fuera de su casa y luciendo desdichada. Le resumí lo sucedido con Cedric a través de los años. Los encuentros, los sentimientos inexpertos, las discusiones, las lágrimas, los momentos de soledad y aquellos de gozo y acompañada. Esta última conversación que hemos tenido fue la más dura. Lo sé ya que prácticamente ha renunciado a seguir luchando por un “nosotros”, algo que me apena decir yo ni siquiera he intentado llevar a cabo. No entré y jamás fui parte de esa lucha ya que no vi algo así como un futuro juntos.
A decir verdad, no me permití soñar con uno. Hacerme la cabeza con una historia como esa… ¿para qué? No necesito más desilusiones en mi vida, más fracasos,… más problemas. El amor es tan… jodido.
— ¿Sabes? —Kalinda ha deshecho el silencio y por primera vez me mira directamente a los ojos— Estoy de acuerdo en que, tal vez él no sea el hombre indicado para ti. —dice de manera desinteresada— Sin embargo, lo veo como un pilar muy importante en tu vida. Y te has negado a verlo así ya que no quieres ser emocionalmente dependiente. No te das cuenta que puede ser un poco lo que necesitas. Alguien que te escuche, que esté contigo, que te haga ver que la vida no es solo preocupaciones u obligaciones. —sonríe triste—  Ese chico no podrá ser un príncipe, pero el que haga un esfuerzo cada día para tratar de ser mejor persona, todo con tal de verte feliz… honestamente, no sabes la suerte que tienes al tener a una persona como él a tu lado, y más aún, que le gustes a pesar de todo. Tu miedo es irracional. Él te ha conocido siendo quien eres, cargando esa mochila pesada en tu espalda todo este tiempo. Tratando de mejorar la vida de tu hermano y jamás dejándolo solo a pesar de las dificultades. —su mirada se torna dulce, habla como una madre, una que sabe lo que dice.   
— Kalinda… —me rehúso a llorar, pero es imposible ya que sus palabras me golpean tan fuerte… hacen que recapacite sobre muchas cosas que siempre creí estaban mal.

La chica común y el boxeador imponente.Where stories live. Discover now