46. Jalabolas (sale bien)

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Ni uno solo de sus amigos fue capaz de simplemente agarrar sus cosas y largarse.

No.

Todos los mamaguevos tuvieron que hacerle un comentario, uno por uno, en filita, antes de irse.

Jungkook respiro profundo antes de cerrar la puerta detrás de ellos. Por eso eran sus amigos, suponía. Porque vivían en un chalequeo. El mismo vivía en un chalequeo. Ahora era su turno. No podía ser picado, se tenía que calar. O mejor aún, tenía que fingir que no le importaba, antes de que el chalequeo se volviera peor (si es que podía ponerse peor).

Trató de ver el lado positivo de la situación. El Jungkook del pasado también se hubiese ido pal' coño, sin pensar en ningún enfermo ni un coño. Él estar ahí, quedándose con su pana, y aguantando chalequeo, significaba que se estaba convirtiendo en un mejor amigo y una mejor persona.

O que había llegado al límite del jalabolismo y en cualquier momento lo coronaban como el más grande jalabolas. Una de dos.

Jungkook se sentó en una silla de la cocina con su teléfono, a comerse los megas como un guevon. Había un televisor, que Jimin estaba viendo acostado en el mueble, pero obviamente no había cable.

Jungkook mientras jugaba con el gato Tom que descargo un día solo para que Mei jugara con su teléfono y los dejara a él y a Jimin hacer la tarea en paz. Pobre gato, menos mal no era real, o ya se hubiese muerto de inanición.

Luego de jugar un rato, el gato se cansó y Jungkook quedó más o menos igual que al principio. Miró a su alrededor, evaluando su situación y luego miro la hora. Apenas iban a ser las 10.

—Eres un gafo —le dijo Jimin, sin mover la mirada del televisor.

—Siempre —respondió Jungkook—. ¿Pero ahora por qué?

—Porque estás aburrido como un guevon por quedarte cuando yo dejé bien en claro que no era necesario.

De paso de jalabolas, era un jalabola rechazado. Jungkook tenía una sal que no le envidiaba nada a ninguna playa.

—Bueno, Jimin. Estas son cosas en las que un hombre tiene que tomar sus propias decisiones, independientemente de las opiniones de los demás. Es como dijo un gran filósofo, de nombre Benito: "Yo hago lo que me da la gana".

Jimin, por supuesto, no dijo más nada. No tenía energía para discutir tontamente con Jungkook. Siguió viendo la repetición un millón quinientos de "Qué clase de amor" por Venevisión.

Jungkook se fue a sentar en el mueble, a seguir viendo las paredes como un gafo, cuando vio la bolsa que había traído Nayeon temprano.

Bueno por lo menos iba a poner la hamaca para medio desladillarse.

***

El entretenimiento de la tarde fue básicamente pelear por la hamaca.

Jungkook se sentó en la hamaca, y a los 15 minutos se paró un momento, y Jimin se la expropió.

Bien arrecho él.

Nada tardó Jungkook en volver a lanzar su perolero y sus sábanas de enfermo al mueble otra vez y recuperar la hamaca, pero no había manera. En lo que se paró a buscar que comer, se la volvió a quitar, y en lo que Jimin se paró para ir al baño, volvió a Jungkook...

En lo que alguien se levantara de la hamaca, se jodía.

Así hasta que Jimin se tomó la tarea personal de no volver a levantarse de la hamaca en lo absoluto.

—¿Jungkook me haces un favor? —preguntó Jimin.

—No —respondió Jungkook, en su millonésima partida de ludo del día (sí, se había descargado el ludo con los megas, hasta ese punto de aburrimiento había llegado). —Busca agua tú mismo.

Mala Junta || BTSWhere stories live. Discover now