10. Pura gente de negocios

223 49 5
                                    

—Mira tú —gritó Nayeon, con su tonito extremadamente agudo, haciéndolo frenar en su caminata por el pasillo—. ¿Cuándo coño te devuelven tu teléfono?

Jungkook le mentó la madre a todo internamente. Ya era como la cuarta vez que le preguntaban por el teléfono en lo que iba de día.

—¿COÑO SERÁ QUE TODO EL MUNDO ME VA A METER EL DEDO EN LA LLAGA, SEÑOR JESÚS? HASTA CUANDO —gritó también, sabiéndole a culo que iban profesores pasando—. Seokjin lo retiró y no me quiere dar mi mierda el muy infeliz.

—Bueno Seokjin y yo vamos a tener un peo porque yo ya estoy harta de andar de paloma mensajera. Que te de vuelva tu mierda para que tus jevas se comuniquen directamente contigo.

—Bueno, bueno, pero estás empezando a decir cosas que me interesan —respondió Jungkook, frotándose las manos—. ¿De parte de quien vienes?

—Primero, vengo de parte mía becerro.

—Uyy —exclamó Jungkook—. Tremenda falla, mi hermana. Tú eres muy bonita y todo pero yo no soy zamuro para andar metiéndome con la jeva de Hoseok.

Nayeon no tuvo ningún reparo de zamparle un coñazo. —De parte mía que si me vas a tener de secretaria te vas a tener que bajar de la mula.

—Okay, okay —respondió Jungkook, comprensivo—, nada que no se pueda arreglar con que ¿dos empanadas?

—Y un chocolate de taza.

—¿Tú estás acá haciéndome que te financie una torta?

—Por supuesto.

—¿También quieres el cartón de huevo, coño de tu madre?

—Ya que te ofreces, si me traes una leche te doy un pedazo.

—Trato, bruja. ¿Qué te mandaron a decirme?

—¿Quién primero? ¿Soojin o Lisa?

—Soojin, por supuestísimo —respondió Jungkook—. A Lisa me la voy a llevar a una rumba el fin de semana. Eso está concetrado.

—Bueno, Soojin dijo que te quiere ver esta tarde, que la tienes abandonada, que no te ve desde que empezaron clases, y a partir de allí no escuche su lloradera pero fue básicamente eso. No me estas preguntando, pero por un costo no discutible de una tercera empanada, mi consejo es que le lleves un presente.

—¿Un presente cómo qué?

—Estoy vendiendo pulseritas —dijo, alzando la muñeca. Tenía medio brazo lleno de pulseras—. 2 en 5 dólares. Aunque tengo unas más caras, por si estas extremadamente generoso.

—Nojoda, Nayeon. Me vas a dejar sin medio, no vengas tú —dijo Jungkook metiéndole un empujón—. Anda a decirle que la veo a la salida en el laboratorio de biología.

—Ergaaa matón —gritó Nayeon, devolviéndole el empujón con más violencia—. ¿Y mis empanadas?

—Coño ya voy a ir a comprarlas, muévete tu antes de que suene el timbre.

Nayeon salió corriendo a su mandado. Jungkook se revisó el bolsillo y por suerte tenía la tarjeta encima. Se fue en la dirección contraria de su amiga, hacia a la cantina. La cola era infinita, pero para su suerte, justo la persona que andaba buscando le tenía la cola hecha.

—Epa Jimin —saludó Jungkook, apareciéndole por detrás —. ¿Qué estamos comprando?

—Largo de acá, Jungkook —contestó Jimin, sin verlo—. No quiero saber nada de tu asquerosa existencia.

De bolas que Jimin estaba arrecho. Jungkook se había estado haciendo el loco con lo del castigo, pero tenía una buena razón. El sábado tenía juego, y se había comprometido a ir a todas sus prácticas. Jungkook en la vida tenía sus prioridades muy claras, y cumplir castigos del liceo no entraba ni en su top 10.

Obviamente no le iba a decir eso a Jimin, porque podía era ganarse una insultada, así que tendría que metérsele por debajito para ganarse su perdón.

—Mamawebo pira de acá —se quejó Eunwoo, que estaba detrás de Jimin en la cola con una chamita—. Haz tu cola maldito.

—Coño, Jimin. Que estés arrecho lo entiendo, pero asqueroso tampoco. Yo me baño a veces —se defendió Jungkook—. Y tú, Eunwoo, sapo, deja tu ladilla. Estoy haciendo negocios. Concéntrate en seguir chanceándole a la menor esa.

—Cállate, yo no soy tu que todo el tiempo estoy con un culo —respondió Eunwoo.

—Si, Eunwoo, todo lo que tu digas, después peleamos —dijo Jungkook, muteando a Eunwoo de la conversación y volviendo a dirigirse a Jimin—. Estoy claro que me paso de coñoemadre —dijo, poniendo un brazo a su alrededor—, pero estoy acá para solventarlo.

—¿Crees que me vas a comprar con una empanada?

—Por supuesto que te voy a comprar con una empanada —dijo Jungkok—. Con una empanada, con lo demás que tú quieras y con tu libertad para el día de hoy. Tú te vas y yo me quedo haciendo la vaina esa. ¿Qué te parece?

—Y juraste que te creí que te vas a quedar tu solo a ordenar libros.

—No marico hablo serio. Hoy no tengo práctica ni nada. Por mi madre que me quedo.

Jimin lo miró suspicaz.

—Van a pedir o qué —dijo la chama de la cantina, sin darse cuenta, ya estaban al frente de la fila.

—Claro, claro. Estábamos pensando. No te me alteres Gabriela —respondió Jungkook—. ¿Entonces Jimin? Pide pues, rápido que hay cola.

—Quiero un choconut.

—¿Eso nada más?

—Grande.

—¿Y ya?

—¿Dos empanadas?

—Coño Jimin tu no sirves para pedir —reprochó Jungkook, pero iba a ser la petición tal cual. Mejor para Seokjin, que no se quedaba tan limpio—. Gabriela, dame dos choconut, dos galletas maria y cinco empanadas... Y un nestea.

—Nawebona, ¿tú que eres? ¿Hijo de un narco?

—Para que veas, Jimin. Yo tengo mi sugar brother.  

Mala Junta || BTSWhere stories live. Discover now