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¡Akari! ¡Akari!

La aludida caminaba de un lado a otro dentro de aquella casa. Estaba nerviosa, y los gritos que habían empezado hace poco fuera de ese lugar solo la desesperaban más. Tapó su rostro con ambas manos para evitar que Manami, quien se encontraba a su lado, notara el sonrojo que ahora pintaba toda su cara.

— No debí llamarlo, ¡qué tonta! — dijo, con las piernas temblando.

¡Akari!

— Creo que lo mejor será que bajes. — mencionó su amiga, queriendo acercarse al balcón, mas fue detenida por la pelinegra.

— ¿Pero si me rechaza? ¿Si vino a decirme que hiciera como que esto nunca pasó y que sigamos como amigos? No podría soportarlo. Yo no...

— ¿Venir hasta aquí solo para eso? No sería Nagisa. — la otra joven puso una de sus manos en cada hombro de la actriz, obligándola a verla a los ojos — Nunca sabrás la verdad si no vas a averiguarlo.

— Manami...

¡Akari!

— Ve. — Kaede asintió.

~~0~~

Nagisa dejó de gritar. La garganta le dolía y había recibido la queja de un hombre que pasaba por allí. Estaba algo avergonzado, sabía que estaba haciendo un papelón a esas horas de la noche, en un barrio que no era el suyo y siendo vulnerable a cualquier amonestación que podrían darle por aquel alboroto, pero necesitaba hablar con la pelinegra lo antes posible. Como vio que la puerta seguía cerrada y que no había vuelto a aparecer en el balcón llegó a la conclusión de que ella no saldría; estaba algo decepcionado, pero esa sensación se esfumó al verla salir a paso lento de la casa.

Ella estaba con la mirada fija al suelo. Se encontraba en pijama y parecía temblar por el frío de la noche. Hizo el ademán de querer acercarse a él, pero se detuvo a medio camino.

— Lo s-siento, Nagisa. No debí... — tartamudeaba la joven al mismo tiempo que movía sus manos de los nervios — No debí...

Pero Nagisa no le dio chance de continuar con lo que tenía planeado. Se acercó a la actriz y la abrazó como si esa fuera la última vez que la podría ver. Una ola de alivio invadió el ser del peliceleste, quien temía desde el fondo de su corazón que Akari desapareciese de su vida. Mientras tanto, la pelinegra no comprendía el por qué, pero apenas sintió el contacto con su piel tuvo ganas de llorar.

— Perdón por... arruinarlo. Volveré a Estados Unidos por un largo tiempo e intentaré que esa conversación quede en el olvido. — dijo débilmente.

— No digas eso. — murmuró él sin soltarla — No has arruinado nada.

— Pero... nuestra amistad ya no volverá a ser la misma.

— Puede que en eso tengas razón. — la soltó para poder mirarla con una sonrisa llena de tranquilidad — Te quiero, Yukimura Akari. Esto puede ser repentino, pero necesito que sepas que es contigo con quien quiero estar siempre.

— Nagisa... — era todo lo que ella podía pronunciar. Estaba realmente impresionada y no encontró palabra alguna más que aquel dichoso nombre para poder responder.

Él siguió hablando.

— Te conté que estaba investigando sobre amar a otra persona. La razón a ello, luego de meditarlo un poco mientras corría hacia acá, era que en el fondo yo deseaba encontrar a alguien a quien amar y que me ame a mí, pero nunca creí que lo segundo podía ocurrir y sobre lo primero pues nunca me interesó por motivo de estar ocupado con mis responsabilidades; he pasado por muchas experiencias relacionadas al amor a lo largo de este año. Diferentes definiciones, un mismo sentimiento. Quería disfrutar de eso yo también. Y lo encontré. Te encontré. Estar a tu lado, desde siempre, me ha llenado de felicidad. Empecé a sospechar de ello al sentir un vacío cuando me dijiste que amabas a alguien, pero fue tu declaración el detonante para saber que esa persona especial para mi eres tú, Yukimura Akari, así como también lo son Mase Haruna y Kayano Kaede. Tú y solo tú. Deja que pueda quererte; sé que, junto a ti, podré ser feliz. Podremos ser felices. — al terminar su discurso se podía notar un leve brillo en sus ojos.

¿Qué es el amor? [Nagikae]Where stories live. Discover now