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Bebe jugo de naranja con un popote mientras sus ojos apuntan a la chica frente a ella. Grecia Applegate. Una princesa del instituto. Lleva el cabello de enfrente atado en un moño pequeño por detrás, suaves y artificiales ondas caen sobre sus hombros y sus labios rojos sobresalen en su rostro coloreado de tonos marfileños. Debe ser una fortuna para Grecia ya no ser una remolacha ante la luz del sol. Mil y un productos dermatológicos deben ayudar a ese propósito, supone Christine.

—... te juro que he hecho de todo —continúa—, pero no sé lo que tiene. —Bebe del batido de chocolate frente a ella—. Tristan está distinto, distante —asevera—, y no lo entiendo si he hecho todo por complacerlo.

—¿Has probado hablar con él? —pregunta Christine.

Aunque le aburran esos temas, escucha a Grecia por... Ay, quién sabe por qué lo hace, morbo quizá.

—¡Claro que no! No voy a permitir que me vea así —protesta ofendida.

Grecia se acomoda el cabello y limpia lágrimas inexistentes en la esquina externa de sus ojos.

—No es lo que quise decir —aclara—, es que ¿para qué te devanas los sesos cuando puedes preguntar?

Christine piensa que casi todo se puede resolver hablando, el problema de Grecia entra en ese montón.

—No...

—Puede que solo esté ocupado, que tenga asuntos en casa o... seamos realistas, esté tratando de romper contigo.

Grecia abre la boca en un grito silencioso, su momentánea indignación muta a furia y, aunque la tristeza pelea por abrirse paso en su interior, no es nada contra los celos de la rubia. Christine entiende eso. Desde que Grecia y Tristán comenzaron a andar hace dos años, la rubia se ha pavoneado de ello y nunca ha consentido que ninguna chica, ni siquiera por error, se acerque a su hombre.

Una parte muy dentro de Christine, una parte pequeña y primitiva, entiende ese sentimiento, el deseo de monopolizar el tiempo de alguien, de ser la única a sus ojos y de que el mundo se reduzca solo a ella. Lo entiende porque lo vive en carne propia, empatiza con ella porque en eso se parecen.

—La zorragata.

Christine ríe. Es un buen mote para Lyra.

—¿Qué con ella?

Detesta a Lyra, pero duda que eso sea verdad. Además, tremendo idiota tendría que ser Tristán para fijarse en alguien como la becada.

—Seguro que está intentando algo.

—Ah, ¿sí?

—Chris, desde el primer los vi hablando y ella le sonreía así. —Grecia hace una burda imitación de coqueteo, se lame los labios con vulgaridad.

[Completa] En manos de la ÉliteWhere stories live. Discover now