Un hombre peligroso y otro prohibido.
Danisa Jansen ha tenido el privilegio de probarlos a ambos. Y, al mismo tiempo, ese privilegio se transformó en dolor.
Hoy, ella cuenta su historia a través de un libro, un libro que ha llegado a manos de ambos...
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― ¡Lau! ¡Chase!
Danisa corrió hacia esos hombres hermosos que estaban en el hall del hotel que dirigía junto a Bastian.
Y lo de ellos se definiría únicamente con la palabra" más".
Más alegres, más humanos, más compañeros, más hermosos y mucho, pero, mucho más felices. A cada segundo.
Habían llegado a Río para supervisar cómo funcionaba el negocio y hablar justamente sobre eso con Dani, Bastian y Kellan, pero, esta vez, no venían solos, sino que traían una sorpresita pequeña, pero de gran belleza como ellos.
Llevaba un vestidito diminuto blanco, mejillas regordetas y rosadas, suave y esponjadita como todos los bebés. Danisa la observó y se cubrió la boca.
― ¡Ay por Dios! ¡Es muy hermosa!
Y la pequeña, como si supiera de halagos le sonrió, develándole su alma, conectando con la mirada de esa mujer quien le tomaba la manito y, la pequeña se agarraba también de ella, negándose a soltarla.
― Te presento a Allegra, nuestra hija...
La voz de Chase vibró de emoción, nadie que estuviera cerca podía negar el amor inmenso que ese hombre tenía para con ese angelito o su esposo.
― Tiene tus ojos...
Dijo Dani, enfocándose en Lautaro y este sonrió.
― Tiene mi ADN, fue algo... que debatimos mucho con Chase. Es fruto de un vientre de alquiler, pero, no por eso deja de ser un fruto del amor ¿no te parece?
― No importa cómo llegó a este mundo, sino lo que recibe cada día, y de ustedes... siempre será lo mejor...
Expresó Danisa, y esta vez le tocó la mejilla y le dio un pellizquito.
― Gracias, Dani y.... sólo para que sepas, no estamos aquí por negocios, también necesitamos hablar contigo de algo más...
― Claro, lo que ustedes necesiten...
Estaba obnubilada por la niña, y la pequeña de igual modo con ella.
― Queremos bautizarla el sábado.
― ¿El sábado? ¿Dentro de 4 días?
― Bueno — explicó Chase —. Lo hemos pensado y, quizás es pronto, pero, nosotros somos así... impredecibles...
― Ya lo creo...
― Y por eso, quiero, mejor dicho, queremos, hacerte una petición.
Explicó Lautaro, entregando la niña en brazos de Dani quien la recibió y la acunó.
― Dime, lo que sea que necesiten... cuentan conmigo...
