Un hombre peligroso y otro prohibido.
Danisa Jansen ha tenido el privilegio de probarlos a ambos. Y, al mismo tiempo, ese privilegio se transformó en dolor.
Hoy, ella cuenta su historia a través de un libro, un libro que ha llegado a manos de ambos...
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Una hora después...
― ¿Sabes amor? Este aparatito lucía más grande... no sé, tiene algo diferente...
― ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
Bastian gemía alto, encogiendo los dedos de los pies cuando el vibrador en su máxima potencia iba a su interior por completo.
Brandon estaba desnudo, apoyado sobre el respaldo de la cama con dosel, la gasa caía hacia todos lados dando un toque romántico y ellos estaban al centro de esa cama de ensueño. Bastian estaba afirmado en medio de las piernas del teniente, su espalda sobre el torso musculoso, abierto de piernas, con la planta de los pies pegada al colchón sujetándose de los muslos del teniente quien lo había inmovilizado y lo follaba con el vibrador, el cual, introducía y movía con velocidad.
Es decir, se suponía que era un vibrador, no necesitas moverlo, y tampoco se trataba del mismo aparatito del video, sin embargo, Bastian no estaba para esas explicaciones cuando los golpes iban directo a su próstata y la lengua y la boca de Brandon se desplazaba desde el cuello, hasta el lóbulo de la oreja y desde ahí, hasta sus labios.
Los ojos de Bastian fueron hacia el techo, y las lágrimas de placer se acumularon en los costados de sus ojos.
Dios, ¿quién carajo había hecho a este hombre?
Un nuevo golpe sobre la próstata y Bastian se vino, sujetándose de las caderas de ese hombre increíble y poderoso debajo de él.
― Así, amor... así...
Le susurró con su voz sexy y ronca, la virilidad de Brandon debajo de su trasero.
Sin quitar el vibrador de su interior, el teniente sujetó en sus manos el pene húmedo del muchacho y comenzó a masturbarlo.
― Brandon...
― ¿Tienes idea de lo que he sufrido después del puto video? ¡Me tuve que masturbar 8 veces! ¿Lo entiendes?
Bastian gimió suavemente, acariciándole las piernas tonificadas.
― Eres insaciable, teniente...
― Y mira quien lo dice...
Bastian giró su rostro hacia él y se enfocó en esa mirada azulada y llena de lujuria. Brandon le devoró la boca, su lengua colmando cada espacio de esa cavidad, a punto de ahogarlo, saqueándolo y dejándolo sin respiración mientras la mano en el pene se movía con velocidad, haciendo que el muchacho volviera a ponerse erecto.
Bastian estaba abrumado por el placer, ¿de verdad este hombre era real?
― Ve hacia adelante, colócate sobre tu estómago.
El muchacho asintió, se iba a quitar el vibrador cuando Brandon le sujetó la mano.
