Capítulo Treinta y dos: Los tiernos pingüinos y el raro dinosaurio.

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— Rusia... — Dijo Perú con la respiración agitada. —. Rusia tengo miedo de que USA despierte.

— Por qué no pusiste alguna excusa?

— El quiere ir conmigo a todos lados! Ya está bien, dime para que me llamaste.

— Primero respira bien.

— ¡¿Perdón!? Me has hecho correr más de seis cuadras!

— Necesito que me ayudes

—. En que?

— Enséñame a ser... cariñoso.

—.... JAJAJAJAJAJA

— ¡NO TE BURLES!

— JAJAJAJAJA... Dios Rusia Ay no puedo! JAJAJAJAJA

—.... — Rusia desvió la mirada al suelo, ahí Perú supo que no se trataba de alguna broma.

— Ay... — Susurró el más bajito con preocupación, viendo a su amigo — Rusia por qué...

Ambos se quedaron hablando largo rato en la madrugada.
Y ya cuando el sol salía, se dieron cuenta del tiempo que había pasado.

Rápidamente se despidieron y regresaron con sus parejas.

Rusia, al entrar a su casa, vio a todos lados, recostado en la puerta principal.
Felizmente no había nadie, quien lo haya visto.

Claro, hasta que al dar un paso, la voz de su padre lo asustó, pero lo asusto tanto que dio un salto sosteniendose de la mesa.

— Que te pasa — Dijo seriamente viendo el absurdo comportamiento de su hijo.

— L-Lo siento

— HABLA BIEN.

— Losiento padre, ONU me ha llamado y-...

— Para que salgas con ONU, no se necesita ser tan sigiloso.

— Estuve con Perú conversando sobre algunos temas personales. Entiendes, verdad?

URSS afirmó y se retiro a la cocina, seguido de su hijo.

— Mañana volveré a Alemania. Me llevaré a Francia para que cambie de ambiente. — Mencionó el mayor.

— Es una buena idea padre. A Francia le hará bien. — Respondió tomando una lata de cerveza.

— Alemania vendrá con nosotros, si pasa algo grave nos mantienes al tanto.

— Claro. — Dijo últimamente para después retirarse.

Subió las escaleras y fue a su cuarto, donde se hallaba México, aún durmiendo.

Dio un suspiro y se recostó al lado.

Encendió el televisor que se hallaba frente a ellos, y mientras bebía un poco del licor buscaba algo para ver. Se aseguró de enviarle un mensaje a Perú, para evitar que comentara su secreto.

México se despertó unos minutos despues y no dijo nada, solamente estaba mirando a Rusia.

El más alto se dio cuenta de la mirada de su pareja, se veía tan tierno y no pudo evitar sonreír.

Dejó la cerveza a un lado y se acercó aún más a México dándole un abrazo, seguido de un pequeño beso en la cabeza.

— Buenos días amor — Mencionó el europeo viendo a México con ternura.

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Por otro lado, Perú aún se hallaba en la calle procesando lo que él y Rusia habían estado conversando.
El ruso quería cambiarse a sí mismo, de manera radical y todo por México.

Your Secret Is... //USA×Perú//Where stories live. Discover now