El día de hoy les ofrezco todo un mes de personajes de Haikyuu siendo extremadamente cursis para endulzar sus corazones.
Mes propuesto por la pagina #EsDeFanfics #Flufftober
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Día 20: Tulips Pareja: Iwazumi Hajime x Oikawa Tooru Resumen: Todo lo que no se podían decir con palabras, podían hacerlo por medio de tulipanes.
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Había un elefante en la habitación.
Metafóricamente, claro está. Aunque Iwazumi hubiese preferido mil veces el elefante literal, en vez tema que él y Oikawa estaban intentando no tocar con desesperación.
La habitación también era una metáfora. En realidad, ambos se encontraban en campo abierto, teniendo una especie de picnic. Si era una cita o no, era algo dudoso, porque sus salidas entre amigos pasaron a ser cosas así de íntimas tan gradualmente, que ninguno lo notó.
—Iwa-chan —la voz de Oikawa lo saca de sus pensamientos. Iwazumi, echado en el pasto con los brazos reposando sobre el estómago, está tan agotado que apenas y entreabre un ojo para hacerle saber que lo está escuchando.—Si yo fuera una flor, ¿qué tipo crees que sería?
Iwazumi medita la respuesta por lo menos, unos tres segundos antes de murmurar.
—Un nopal.
Oikawa jadea indignado.
—¡Eso no es una flor! —reprocha.—¡Me refiero a una flor bonita, ya sabes!
Si, Iwazumi sabía a qué se refería. Es justo por eso que su queja hace que se le dibuje una sonrisa satisfactoria en su rostro, contento de haberlo molestado. Se sentía como volver a los viejos tiempos, como las cosas tenían que ser.
—¿Para qué quieres saberlo, de todos modos? —le cuestiona, abriendo ambos orbes y girando la cabeza hacia su dirección. Oikawa está sentado sobre sus muslos, con las rodillas dobladas, y un montón de flores de todos los colores recogidas sobre su regazo.—¿Qué se supone qué haces?
—¡Es una sorpresa! —responde, aunque no hace ningún esfuerzo por esconder las flores.—Y sólo para que sepas, si yo tuviera que darte una flor, te daría tulipanes rojos.
—¿Por qué tulipanes rojos?
Por un segundo, la expresión despreocupada de Oikawa se rompe. Su vista se desvía hacia su regazo, con los labios apretados y contraídos en una especie de línea recta. Luego, como si no hubiese pasado, esa mueca ansiosa se desvanece y da paso a su característica sonrisa de autosuficiencia.
