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Mercado Liisiano

El olor a especias provenientes del mercado Liisiano envolvía su olfato y se sentía como una bocanada de aire fresco con cada respiración.

Y, literalmente, así era. Luego de haber cruzado la Butcher's Bay, y su repugnante olor a sangre y vísceras en todas las fases de descomposición, de punta a punta, verse envuelto por el olor de la canela, el clavo dulce, el comino y frutas frescas, se sentía como el respirar el aire fresco de un frondoso bosque.

Zee caminó por el mercado Liisiano sin prisa alguna, observando los puestos a su alrededor, los cuales iban desde puestos de frutas hasta joyería antigua, se podía encontrar de todo en la pequeña Liis.

"¡Capitán capitán!" llamó Max a su amigo. "Pruebe esto" dijo ofreciéndole un fruto pequeño y de color anaranjado el cual tomó y le retiro la cáscara; dio un mordisco y se deleito en la jugosidad y dulzura del mismo.

"¿Qué es?" preguntó a su acompañante.

"El mercader de fruta dijo que es una nueva variedad de mandarina, más jugosa y dulce. Deberíamos comprar, ¿no crees? Conociendo a esos idiotas sé que compraran solo carne y ron." comentó divertido el primer oficial.

"Sí, tienes razón. Investiga con el mercader sobre el almacenamiento y cuánto tardan en echarse a perder y en base a eso decide qué cantidad adquirir. Seguiré echando un vistazo."

"A la orden capitán", dicho esto el primer oficial regresó con el mercader de frutas pidiendo todos los detalles. Zee por su parte continuó caminando por el mercado en busca de nuevas cosas para su camarote.

Ser pirata no implica que deba dormir en sábanas sucias, rasgadas o hechas de tela de lija. Zee se aseguraba de que su camarote tanto en el Madre Negra como en el Tetera del Mar tuvieran sábanas de seda, colchones cómodos y almohadas de plumas. Una mala noche de sueño repercute en todo aspecto de la vida de un hombre.

Se acercó al comerciante de telas y comenzó a inspeccionar algunas de las muestras que el hombre tenía en la entrada, sin embargo sus manos se detuvieron y sus ojos quedaron fijos en algún punto cuando escucho la suave risa proveniente de detrás de él. Una voz melodiosa se acercaba y por algún motivo desconocido para él, cada nervio de su cuerpo estaba en alerta. Conforme la voz se acercaba, el viento sopló transportando así el olor de quién emitía tan hermosos sus sonidos.

El olor a frutilla dulce invadió sus fosas nasales y tuvo que tomar cada gota del  autocontrol que poseía para evitar darse la vuelta y tomar a la persona dueña de esa esencia; decidió esperar a que esa persona estuviera más cerca y que fingió seguir inspeccionando las telas.

En la periferia de su vista pudo observar a la criatura más hermosa que había visto nunca, delicadas facciones en un rostro brillante, cabello negro, ojos del color del caramelo fundido, mejillas con un con un leve rubor y la risa más melodiosa que nunca había escuchado. La hermosa criatura caminaba en compañía de un sirviente y reía de algún comentario que esté había hecho. Los chicos estaban distraídos, mientras paseaban por la tienda sin ser conscientes de que eran observados.

"Oiga capitán, ya hablé con el mercader… Capitán, ¿me está escuchando?" preguntó Max al notar que su amigo miraba fijamente en una dirección sin prestarle la más mínima atención a sus palabras. "¿Qué tanto miras?" dijo Max mientras se daba la vuelta y dirigía su mirada a la misma dirección que el capitán. El primer oficial quedó aturdido por la visión del pequeño y rubio ángel. "Wow" fue todo lo que pudo decir, su cerebro olvidó, momentáneamente, cómo formar palabras. Todo lo que podía hacer era observar cada detalle del delgado cuerpo y rostro angelical rodeado de una fina cabellera del color del oro.

Pirate's Crow Where stories live. Discover now