«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "7"
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E V A N I A
Tentadoramente mi mirada volvió a fijarse en la carpeta y la USB que tenía sobre la mesa. Llevaba una semana con esos dos objetos y seguía teniendo la tentación de ver que era lo que tenía cada uno en su interior.
Después de llegar a mi departamento ese día no salí sino hasta dos días después, quería ser precavida, no sabía que en me había metido al ayudarlos y mi vida era primero. Al salir después de dos días las cosas en la calle seguían igual, personas por aquí, personas por allá pero no había rastro alguno de los hermanos o de alguien de algún club. Inclusive Haimi y Kala habían desaparecido durante esta semana, no las había visto y tampoco contactado, ellas tampoco lo hicieron conmigo.
Se me hizo bastante extraño pero luego supuse que todo eso de la desaparición tenía algo que ver con los clubes así que preferí mantener mi distancia y mantenerme en mis cosas.
Hace tan sólo tres días había ingresado a la universidad y no fue tan malo como tenía en mente, en realidad ya tengo varios compañeros dispuestos a ayudarme si se me presentaba algún problema. Lo que no tenía previsto era que inclusive en la universidad las personas se dividan en esos clubes callejeros, cada uno tenía su bando y rara vez se mezclaban. El no pertenecer a ningún club me traía ventajas, una de ella era poder socializar de manera normal sin necesidad de serle fiel a ningún grupo en específico.
Había hecho mi primer "amigo" en la universidad, era igual a mi, no pertenecía a ningún club y por eso mismo nos relacionamos bien. Su nombre es Marc, estudia derecho y relaciones internacionales, al igual que yo tiene veintiún años y es extranjero. Proveniente de Australia pero nacido en Islandia, una combinación algo extraña.
—¿Debería abrirlo?—pregunté al aire.
Agarré la carpeta entre mis manos, en medio de mi indecisión la dejé de golpe sobre la mesa nuevamente.
Yo no debería estar haciendo eso, si no quería involucrarme en ese mundo lo mejor era saber muy poco, solo lo necesario, y eso que contenía la carpeta no era necesario para que yo lo supiera.
—No, no te tientes Evania—me regañé a mí misma—, es mejor dejarlo ahí quieto. Entre más poco sepas mucho mejor.—estando de acuerdo con mis palabras alejé la carpeta de mi alcance, al igual que la USB, entre más cerca la tentación crecería más.
Mandé mi cuerpo hacia atrás y apoyé la espalda contra el respaldar de la silla.
Cerré los ojos con fuerza sintiendo como las palmas de mis manos picaban con la necesidad de tocar aquel sobre y saber que era lo que contenía. Con brusquedad me coloqué de pie salí a la terraza para despejarme un poco, apoyé mis brazos sobre el barandal y disfruté de la brisa, eran cerca de las cinco de la tarde. Mañana era jueves así que debía ir a la universidad por ende no podía acostarme muy tarde, no quería tener ojeras y sueño en clase.
