«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "65" ━━━━━━༺ꕥ༻━━━━━━
MESES DESPUÉS
E V A N I A
El tiempo había transcurrido más rápido de lo que había llegado a pensar en algún momento.
Desde hace una semana podía contar que fue hace más de siete meses cuando me había accidentado y había caído en coma, desde entonces las cosas habían sido muy distintas.
A Evan lo había vuelto a ver hace tres semanas, finalmente había conocido a una mujer que lo quisiera por quien realmente era y ahora mismo vivían juntos en Chicago, Everett por su lado había comenzado el segundo año de universidad tomando la decisión de quedarse en esta ciudad por unos años más.
Aunque todos sabíamos cual era la verdadera razón de esa decisión; Marc.
A pesar de que pasaban y pasaban los meses y ellos no confirmaran su romance todos sabíamos perfectamente que había una gran química rodeándolos a ambos, siempre que estaban juntos parecían envolverse en su propia burbuja.
Yo por mi lado me había recuperado al cien por ciento del accidente y ya no tenía ninguna secuela en mi cuerpo, por lo tanto había podido comenzar a trabajar a lo que terminé creando mi propio bufete de abogados el cual ahora mismo era uno de los más grandes del estado y casi que del país.
Los Turcotte habían estado concentrados en su club y en nuestra relación, cada uno optó por enfocarse en lo importante y aquello era el club y yo. Según ellos, claro esta.
Mi relación con ellos había avanzado a pasos agigantados y me sentía contenta por ello, habíamos podido superar todas las mierdas de nuestro pasado y ahora contábamos con una relación formal.
Estos meses me habían servido para mejorar mi relación conmigo misma y con las demás personas a mi alrededor y estaba satisfecha por haber logrado eso.
—Licenciada Gallant—escuché el llamado de uno de los practicantes detrás mío así que me giré y lo observé, tendría no más de veinte años—. Era para comentarle que me ha tocado con usted para el próximo caso y mi próxima práctica formal.
Lo miré con atención, lo había visto en ocasiones pasadas sin embargo nunca antes me había tocado trabajar de la mano de él.
—¿Cual es tu nombre?—cuestioné.
—Me llamo Asher Mills.—se presentó con una sonrisa tímida.
