«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "63" ━━━━━━༺ꕥ༻━━━━━━
E V A N I A
Había despertado hace más de un día y medio pero mi orden hacia el doctor fue clara, no quería que ellos supieran, en realidad nadie lo sabía.
El doctor me miró y se cruzó de brazos en frente de la cama de hospital en la que me encontraba.
—Evania—pronunció mi nombre con seriedad.
Ni siquiera lo miré, concentré mi mirada en la intravenosa que tenía.
—Mmmh...—seguí sin mirarlo.
—Mírame—demandó, con un suspiro elevé la mirada y miré al doctor—, ¿Me puedes explicar porque en las radiografías pudimos ver algunas alteraciones en tu cerebro?.
Aparté la mirada.
—No lo sé...—mentí.
—Ahora bien... ya que no quieres contestar a esa pregunta, ¿Por qué no quieres que ellos sepan que despertaste?—me miró con fijeza.
Mordí mi labio.
Ni siquiera yo me entendía, había escuchado lo que ellos me habían dicho el día de ayer... absolutamente todo lo había escuchado sin embargo no me había animado a dejarles saber que había despertado finalmente.
—Simplemente no les avise, doctor.
No me dijo nada más. Ni un reclamo ni nada, solamente pude escuchar su suspiro y sus pisadas alejándose de la cama para finalmente salir de la habitación en la que me encontraba.
Mandé la cabeza hacia atrás sin cuidado alguno y miré en dirección del techo.
Escuchar absolutamente o casi todo lo que habían confesado mientras mi estado me había removido algo muy dentro del pecho.
«¿Debería decirles algo?», tuve la gran duda en mi cabeza. No sabía si era bueno decirles que finalmente había despertado, o simplemente que me dieran el alta e irme.
La escena con Greta y ellos me había dolido con el corazón, me había partido el alma, pero de cierto modo entendía que no estábamos en ninguna relación, ni siquiera podía reclamarles algo. No tenía derecho alguno, solo podía hacerle eso a Urko. Solo podía reclamarle a él.
—Mierda...—murmuré.
Escuché sus voces en el pasillo, ni siquiera tuve tiempo de cerrar los ojos y hacerme la dormida o algo así, así que opté por algo muy diferente.
