Capítulo 9|Sin pensar

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—Muchas gracias, hijo. Disculpa las molestias.

Habló su madre, una mujer que rondaba aproximadamente los 38 años de edad. Su cabello esponjado y negro se encontraba atado en una coleta no muy bien hecha, supongo que se debía a que estaba por acostarse y dormir.

—No se preocupe, no es ninguna molestia.

Noah ahora descansa en su habitación, lo que sucedió hace unos minutos fue que llamé a Tessa y le informe sobre lo que estaba viendo. No podía simplemente irme y dejarlo ahí en ese estado, mucho menos en un lugar tan peligroso como ese y a esta hora.

Así que ella vino inmediatamente acompañada de su hermana y se llevaron a Noah como pudieron, fue un completo alboroto para poder subirlo al auto, ya que en su trance de llanto y ebriedad se negaba a subir, además de que casi me golpea en la cara porque dijo que lo estaba espiando y era un maldito acosador.

Después de esas palabras me sentí un poco mal, yo solo quería ayudarlo para que no estuviese en la calle de noche.

Tessa insistió en que las acompañara a casa, dijo que Noah ebrio no era algo muy bueno, no supe a qué se refería pues en todo el camino este estaba dormido en el asiento trasero.

Lo único que mis oídos escuchaban en aquel recorrido fueron los ronquidos de Noah, pesados, pero a la vez ligeros, era una mezcla un poco rara.

—Vamos, siéntate —señaló al sillón—. ¿Gustas algo?

—No, muchas gracias, señora Marybel.

Me senté en el sillón mientras esperaba a Tessa y Jane, quienes prometieron llevarme de vuelta a casa.

—Deja los modales —sonrió, tomando una taza de café de la mesa de centro —. Llámame Mary —hizo una pequeña pausa, ya que sorbio de aquel contenido—. ¿Eres amigo de mi hijo?

Por unos segundos no respondí a su pregunta, pero después reaccioné dispuesto a sacar aquella duda de su cabeza.

—Algo así... —respondí no muy convencido—Hemos hablado muy poco.

Asintió.

Su rostro cambió, no eran sus mismas expresiones a las que tenía hace unos segundos... ahora se veía algo triste y aún no sé la razón de por ese cambio de sentimientos tan repentino.

Sus ojos no eran azules, estos eran de un color marrón un tanto oscuro que podían confundirse con el negro.

Pasaron unos minutos de silencio, solo se escuchaba algo de viento que corría por las calles libremente y movía las hojas de los árboles con un poco de rudeza.

Al lado de mí se encontraba una fotografía de Noah con el uniforme del preescolar, se veía que tenía seis años aproximadamente. Su cabello negro estaba perfectamente peinado y sus ojos se veían pequeños por la gran sonrisa que tenía. Misma acción que causaba que su nariz se arrugara y se viera más pequeña de lo habitual.

Observando esa foto me di cuenta de algo que me lleno de ternura, eran unos pequeños hoyuelos causados por su hermosa y blanca sonrisa.

Se veía que era un niño muy feliz.

—Te agradezco tanto que hayas llamado.

CONQUISTANDO EL CORAZÓN | BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora