Lucía Muñoz no era precisamente la amiga de nadie. De hecho, la mayoría del instituto la odiaba por ser mandona y poco amable, añádele a eso el hecho de ser la encargada principal del periódico escolar. Ella tenía demasiada información, demasiados d...
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Daniel
Oficialmente había perdido el juego que teníamos Muñoz y yo. Aunque ni siquiera estaba seguro que fuera un juego. Las cosas habían cambiado repentinamente entre nosotros desde que Carlos se convirtió en el presidente estudiantil.
Ahora ya no eran necesarias ningunas reuniones. Así que ya no había pretextos para verla durante la semana. Tenía la leve sospecha que ella tampoco me odiaba ya que desde esa noche cuando pasaba me daba un intento de sonrisa, como si realmente quisiera hacerlo pero se detenía.
Sabía que si me acercaba lo suficiente ella ya no me atacaría. Y la verdad era que se sentía algo liberador no odiarla. Me encontraba a mi mismo fumando con una sonrisa al recordar su bonita risa.
Había sido todo un espectáculo sin duda. Música para mis oídos. Fue ahí donde vi fragmentos de la verdadera chica que había dentro de esa fachada tan mandona y remilgada. Parecía tan relajada a mi lado y su sonrisa, su sonrisa transformaba todo el ambiente, ahora lo sabía.
No había sido testigo de su efecto hasta que la vi reír.
Tras esa fachada de molestia y tantas caras de desagrado que ponía a veces era difícil ver el atractivo de Lucía pero esa noche lo vi en todo su esplendor y me dejó impactado. Si ella fuera por el mundo dando una sonrisa sin duda ya lo tendría en sus manos. Aunque estaba mintiendo si no dijera que ya tenía parte del mundo con todo y su actitud tan dura y esa era una de las cosas que me sacaban de quicio de ella y al mismo tiempo admiraba.
—¿Y esa sonrisa? —comentó perspicaz Lucas.
—¿Qué? ¿Ahora ya no puedo sonreír sin razón?
—Estás pensando en alguien —señaló.
Rodé mis ojos. Leo estaba del otro lado de Lucas con una sonrisa traviesa. Mateo no estaba ese día ni los anteriores desde la última vez que nos peleamos.
—¿Y esa sonrisita Leonardo?
Él se encogió de hombros con inocencia.
—Nada tío.
Pero Lucas se giró a verle.
—¿ Qué sabes?
—Nada.
—Algo sabes —insistió Lucas.
—Mejor cállense —sonreí.
—Si Lucas, será mejor que vayas a ahogarte de información en la biblioteca seguro ya te extrañan. —se burló Leo.
—El conocimiento es poder Leonardo, quizá deberías intentarlo y así aprobarías tus materias.
—Uuuuuh —me burlé echando leña al fuego. Leo no pareció ofendido.
—Son carreras no carreritas, voy a mi paso —dijo con tranquilidad.
Bueno, ojalá su paso algún día le haga salir de la universidad.
