Y cuando no podía dormir, escribía.
Buscaba su lugar favorito de cada casa en la que había vivido a lo largo de sus treinta años y se resguardaba en la soledad, en la certeza de un mundo dormido que no vendría a interrumpirla y confiaba en que la crudeza de sus palabras sería sólo para ella. Pero era en la noche cuando esa tinta más dolía, cuando más se clavaba porque no había estímulos que la distrajeran de lo que era, de lo que ella misma se desprendía para salvarse, para no volverse loca. Grecia no era distinta en ese caso.
Revisó su libreta. Ni siquiera se había colocado los audífonos porque prefería no escuchar nada aunque en la villa fuera imposible hacerlo, tan alejada como se encontraba de la civilización. La luz de los farolillos del jardín vertían sobre ella unas gruesas sombras marrones y haces de luz anaranjada, quieta y cálida, una estela por la que viajaban mosquitos esperando que estuviera distraída para decorar su piel de picaduras. Lo último que había escrito llevaba fecha de ese mismo lunes, cuando el viaje apenas daba comienzo. Mientras Estela y Julia dormitaban en el vuelo, ella pasaba terapia consigo misma y vomitaba la ansiedad que sentía por tener que adaptarse a una vida nueva por obligación, pero ni tan siquiera había vuelto a releerlo. Apenas releía nada, por eso en sus libretas había tachones, faltaban signos de puntuación y algún verbo no estaba del todo bien conjugado. Dejó que las hojas pasearan por sus ojos moviendo la pierna izquierda sin parar, en un gesto de nerviosismo que ya era tan parte de su persona que no se daba cuenta de que lo hacía.
Y lo peor, sin embargo, no era escribir: era no hacerlo. Mirar la hoja en blanco y que las palabras no salgan, no fluyan y al mismo tiempo sean tantas las que dan vueltas por tu cabeza que no puedas escribir ni una sola. Como asfixiarse en una habitación llena de oxígeno. Y eso daba paso a la frustración, las dudas y la decepción. Pero en esta ocasión, alguien se lo puso muy fácil.
La pantalla del teléfono se iluminó con un mensaje entrante y llamó la atención que no conseguía llamarle el folio vacío. En notificaciones emergentes vio que se trataba de Rubén, enviando un mensaje de voz a las dos menos cinco de la madrugada. Cogió el móvil de la mesa y lo miró, la luz tan blanca deslumbrándola por un momento, y no pensó en desbloquearlo en ningún momento. Pero sí recuperó el bolígrafo y la rabia. Y a veces no se necesitaba más para empezar.
No sé qué hacer con todo lo que me enseñaste, que ahora no me parece más que asignaturas suspensas.
Y has dejado un dolor y una estela que es culpa tuya, pero que voy a tener que solucionar yo.
No sé qué hicieron mal mis manos, mi boca, mi cabeza, para que buscaras las manos, la boca, la cabeza de otra. No sé si tan mal te quise que buscaste una salida a una vida que no era sólo tuya. No sé cómo decidiste que podías ponerme en pausa, en segunda fila, como si el protagonista de mi vida fueras tú y no yo misma, y me hayas obligado a hablar de ti cuando la gente me pregunta por mí, y que me dé vergüenza recordarme y recordarte conmigo, y dar explicaciones, y pensar en tu puta lengua en la boca de alguien que no soy yo. Que me avergüence de todo lo que vivimos y que aun así no pueda dejar de imaginarme a veces como sería si...
Y el "si", ese condicionante que antes llevó una tilde porque contigo siempre todo era un sí rotundo, ese que ahora son todo dudas y rencor y una ansiedad que jamás te voy a perdonar, ese "y si" sólo podías arreglarlo tú si no fueras tan lo que eres, lo que tardé tanto tiempo en darme cuenta que eras.
Se le corría la tinta siempre que escribía, consecuencias de ser zurda, y acababa con la mano emborronada y llena de manchurrones. Muchas veces también terminaba llorando cuando lo hacía, y la mano, el papel y su corazón eran un caos que no sabía poner en orden.

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La Luz de Grecia.
FanfictionDespués de un desengaño amoroso que hace temblar los cimientos de la vida de Samantha, sus amigas la convencen para olvidarse de todo en unas vacaciones bien merecidas. El lugar escogido, de casualidad, será Grecia, donde conocerán a alguien que vol...