- ¿Quieres tener hijos?
Poco le faltó a Flavio para escupir el combinado de ron con coca cola al que acababa de darle un trago al escuchar la pregunta de Estela.
De noche, de nuevo, parecía surgir esa confianza que no sabía si tenían o era fruto de la oscuridad, el cansancio del día o el alcohol. Fuera como fuese, se sentía mucho menos presionado cuando conversaba con ellas al caer el sol, así, repartidos por los sofás del cenador junto a la piscina valiéndose de la luz de la luna o de los faroles que pendían del tejado de la terraza. Atrás dejaba la presión autoimpuesta que de día le llevaba a ser prudente, algo distante aunque siempre amable y solícito. Salvo ese día, en el que la comodidad de la playa y el disfrute de una actividad pacífica y contagiado del buen ambiente al que habían conseguido llegar los cuatro le había hecho casi cometer el fallo de besar a una clienta delante de otras clientas.
Miró a Samantha mientras Estela esperaba una respuesta. La rubia se sentaba a su lado, ambos en el sofá de dos plazas, de espaldas al salón y de cara a la piscina. La miró al recordar que ella se había apartado de él para que no la besara frente a sus amigas, y pensó, con un copazo ya en el cuerpo, en por qué no querría ella que les vieran.
- ¿Por qué me miras a mí? – dijo la valenciana, divertida.
- Me estaba acordando de algo... - sacudió la cabeza como si quisiera espantar pajaritos imaginarios y miró a la morena. – Supongo que sí. Obviamente no ahora, pero sí en cuatro o cinco años.
- O sea, a nuestra edad.
- Sí, más o menos.
- No te creas que vas a tener la vida resuelta a los treinta años – le dijo Samantha.
- Creo que vosotras no os podéis quejar, si os podéis permitir todo esto – replicó él. – Y yo tampoco estoy de pie en un charco. Trabajo mucho, pero cobro bien. Y en invierno no me falta el trabajo.
- Si tuvieras pareja estable, ¿serías padre ahora? – quiso saber Julia.
Lo pensó un solo segundo.
- Sí, la verdad es que sí. Me gustan mucho los niños. Pero al mismo tiempo quiero disfrutar de trabajar y viajar unos años más sin la carga que supone un hijo.
- Yo me estoy agobiando sólo de escucharte – frivolizó Estela. – Y te saco unos años...
- No tiene nada que ver con la edad si no con lo que tú busques en la vida, Estela – rebatió él. – Yo tengo veinticinco y tengo claro que seré padre tarde o temprano. Pero he tenido parejas que, aun siendo mayores que yo, no tenían claro que quisieran serlo. El problema es no estar en el mismo momento.
- ¿Te ha pasado?
Se detuvo en mirarla y Samantha le miró a él para verle pensar, pero lo que Flavio pensaba no era una respuesta, era cómo de sincero estaba dispuesto a ser esa noche.
- Sí – reconoció. – Pero la situación era más complicada.
- ¿Por qué? – insistió Estela.
- Yo tuve una pareja... - bebió de su copa hasta apurarla y la apoyó en la mesita de cristal. – Estuvimos cerca de dos años juntos y era diez años mayor que yo.
Estela lo miró con los ojos abiertos pero Samantha rezó para que no le interrumpieran porque sabía de quién hablaba pero nunca parecía dispuesto a hablar de ella.
- Y podrías pensar que al ser mayor que yo, sería ella la que necesitaba que la relación fuera subiendo una escala "natural": vivir juntos, comprar una casa, casarse y tener hijos. Y yo no quería ser padre tan joven, eso es cierto, pero tuvimos varios sustos, y sentíamos que se nos echaba el mundo encima.

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La Luz de Grecia.
FanfictionDespués de un desengaño amoroso que hace temblar los cimientos de la vida de Samantha, sus amigas la convencen para olvidarse de todo en unas vacaciones bien merecidas. El lugar escogido, de casualidad, será Grecia, donde conocerán a alguien que vol...