16. Anfítrite y Poseidón.

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Estela la despertó dejándose caer en su cama la mañana del domingo.

El destello deslumbrante del móvil indicó que eran las ocho y media de la mañana y en ese momento empezó a dudar de si verdaderamente estaban de vacaciones o seguía teniendo que madrugar para ir a trabajar. Antes de abrir tan siquiera los dos ojos sintió otro bulto cayendo al otro lado, e identificó la voz de Julia en la conversación que entabló con Estela, ambas tumbadas en su cama como si ella no estuviera allí.

- Samanthaaaaaaaaa.

Emitió un gruñido para que supieran que estaba viva pero no despierta y dio media vuelta en la cama hasta acabar bocabajo y poder ocultar la cara tanto de la luz solar como de sus amigas.

- Venga, que tenemos que hacer las maletas y a las diez nos vamos, zángana – dijo Julia, palmeándole el trasero.

No se movió.

- ¿Qué pasó ayer con Flavio? – inquirió entonces Estela, sabiendo que así llamaría su atención.

Y Samantha era una presa muy fácil a veces.

Se giró para mirarla con un solo ojo y pudiera ser por la cara de chiste que tenía Estela o porque sólo pensar en él la hacía sentir un poco fofa por dentro, pero se le escapó una sonrisa.

- Madre mía, sonrisitas al nombrar al muchacho – rio Estela. – Esto va cuesta abajo y sin frenos.

- No va a ningún sitio – contradijo, dándose la vuelta. Las tres quedaron tumbadas boca arriba, la rubia mirando al techo, las demás mirándola a ella. – Estuvimos hablando y está todo aclarado.

- ¿Y qué es ese todo? – quiso saber Julia.

- Yo no entiendo por qué habláis tanto – interrumpió Estela. – Tanto hablar, tanto hablar... Tenéis que follar de una vez y ya está.

- ¿Insinúas que me hace falta un polvo? – preguntó Samantha.

- A todo el mundo nos hace falta un polvo, Sam. A Flavio también. Yo follé ayer y follaría hoy otra vez. Hablar está muy bien pero hay que hacer más cositas...

Julia puso los ojos en blanco pero Samantha se aguantó una risa porque sabía perfectamente cómo era su amiga y su tendencia a simplificarlo todo. 

- No es tan sencillo – repuso. – Le conté un poco mis movidas mentales y él se abrió un poco con sus movidas laborales y básicamente quedamos como amigos.

- No me jodas.

- Somos dos personas adultas que reconocen que se atraen pero sabemos que no es el momento ni el lugar ni somos las personas adecuadas. Él no va a arriesgar su trabajo y yo no quiero comerme la cabeza para nada.

Ninguna de las dos dijo absolutamente nada. Que no lo hiciera Julia era normal porque era una persona mucho más reflexiva, pero que no lo hiciera Estela era de pleno mala señal.

- ¿Qué pasa?

- ¿Cuándo tiene que venirte la regla? 

- Terminé el lunes, justo antes de venir.

- Pues te digo yo que no aguantáis dos días sin comeros los morros y en una semana habéis follado por medio Grecia.

- Qué bruta eres – murmuró Julia.

- ¿Qué te apuestas?

- Nada, porque voy a perder.

- Oye – se quejó Samantha. - ¿Ahora apostamos sobre mi vida sexual?

- Siempre lo hemos hecho – aclaró Estela. - ¿Quieres un consejo?

- ¿Tuyo? No.

- Pues te jodes porque te lo voy a dar igual.

La Luz de Grecia.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon