Parte 7

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LA ÚLTIMA BARRERA

Sakura se encogió de hombros al saber que las flores eran un regalo de Sasuke, estaba sorprendida de su gesto, pero tampoco es que fuera la gran cosa. Como era su costumbre avanzó hasta el escritorio del Hokage y se sentó sobre él. Estaba segura que a Kakashi no le había afectado ese detalle, después de todo se trataba de una aventura, su indiferencia era muy obvia en ese caso.

-Hicieron un buen trabajo ayer- dijo el ninja con una voz neutra -Todo está perfectamente organizado.

-Gracias, sensei. La verdad es que Ino y Naruto fueron muy puntuales con cada obligación- Sakura acarició una de las mejillas del ninja y fue cuando levantó la mirada. La médico casi podía distinguir la sombra de una duda en los ojos del Hokage, la misma que ella reflejó cuando descubrió a su sensei con otra mujer. Se inclinó y se atrevió a darle un beso en los labios, aunque fuera sobre la máscara se sintió cálido -Espero que no haya sido un problema que pasara la noche en su departamento.

-En absoluto- confirmó él con una sonrisa. No parecía incómodo por el atrevimiento de la joven. Y ella deseaba tanto besarlo, cuando acordaron los términos de su aventura, la única condición que él puso fue no quitarse la máscara, bueno, no se la estaba quitando, así que técnicamente no rompía su condición.

-No recuerdo haber tenido alguna pesadilla.

-Fue una noche muy tranquila, para ambos.

En seguida pudo sentir una diferencia en el ambiente, Kakashi estaba mucho más tranquilo. Ella seguía sentada en el escritorio inclinada hacia él, con una mano en su mejilla, el ninja acariciaba sus piernas, como si no pudieran vivir sin tocarse. Un contacto que no tenía nada de inocente, y no es que Sakura quisiera saltarle encima, aunque en realidad también lo deseara, sino que quería estar junto a él de otra forma, de una en la que no tuviera que disimular sus ganas de besarlo o el deseo de bajar la máscara y probar sus labios. La intimidad entre ambos estaba ganando territorio, invadía la oficina Hokage.

No pudieron estar solos mucho tiempo, los deberes del Hokage debían continuar, y con la ausencia del día anterior había que atender a todos lo que estaban esperando, y comenzaron a llegar temprano. Tocaron a la puerta y Sakura abandonó su asiento improvisado. Se bajó del escritorio pero se quedó a un lado del ninja, a ella le gustaba estar cerca y él parecía compartir ese gusto.

El Hokage recibió a uno tras otro, atendió las solicitudes y llamó a algunos equipos para misiones, como consecuencia Sakura y él no volvieron a estar solos en la oficina Hokage, la médico salía ocasionalmente para llevar algunos pergaminos firmados, para llamar algunos ninjas o para resolver algunos pequeños asuntos en el Hospital. Sin duda que fue un día largo, la mañana y toda la tarde se fue entre deberes pendientes y atrasados, entre nuevas solicitudes y visitas continuas de ninjas. Incluso con el ritmo tan acelerado de todos los deberes, Kakashi no se arrepintió de haberse tomado un descanso el día anterior, en especial por la visita de Sakura que se prolongó durante el resto de la noche. Todo el trabajo no era nada comparado con la noche tan placentera que había compartido con su alumna, por eso su humor estaba intacto.

Cuando el último ninja abandonó la oficina ya era de noche, Sakura había salido para solucionar un problema en el Hospital y todavía no volvía, seguro que no tardaba. Su ex alumna también se esforzó para liberarlo de tanto trabajo como le fue posible, ella también se merecía un descanso, y esperaba que volviera para proponerle ir a su departamento y relajarse. Al principio de la aventura su intención era verla un par de veces por semana, pero ahora la veía todos los días, aunque su plan inicial también era ir con calma, y eso tampoco sucedió. Y por si fuera poco, fue el primer hombre en su vida, el primero con el que tenía relaciones sexuales; a pesar de que no compartían una relación estrictamente romántica, Kakashi le tenía sincero cariño, su primera vez no fue un mero acto de satisfacción y por eso estaba tranquilo. Sin embargo tenía la certeza de que algo en él también cambió esa noche, ahora una parte de él era profundamente egoísta.

LAS ENSEÑANZAS DEL HOKAGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora