17. Egoísmo

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Cuando Haikuan arrancó el auto con su omega a lado para llevarlo a su refugio, Cheng no se sintió inquieto o temeroso. Su alfa lo impregnaba con sus feromonas calmándolo, además de que sentía sus intenciones y sólo podía percibir de su alfa su instinto protector.

Los primeros minutos suspiró pensando en lo molesto que estaría Zhan por lo que Haikuan estaba haciendo, pero decidió comunicarse con él y dejarle saber su paradero una vez él lo supiera.

-Ven conmigo- pidió Haikuan una vez que detuvo el auto.

Cheng no hizo intento de salir, no sabía exactamente lo que el mayor deseaba en verdad. Su ultima conversación los había dejado en un ambiente tenso.

La mano del alfa se extendió y aunque Cheng mordió sus labios para no dejar salir la sonrisa de estos la ignoró, lo siguió por un largo jardín a la entrada de una hermosa casa, pequeña pero parecía acogedora.

-¿Qué es lo que pretendes?- preguntó una vez se sentó en un gran sofá.

La estancia estaba limpia, pero tenía aquel aroma característico de estar sin habitar por mucho tiempo.

-Pretendo mantenerte a salvo.- dijo Haikuan sentándose frente a él con el semblante serio – No confío la seguridad de mi cachorro en nadie más. Quiero estar contigo durante el embarazo.

-¿Encerrándome aquí?- preguntó Cheng con una ceja levantada.

-Es lo que más deseo, pero sé que tu no- de su chaqueta sacó un frasco con pequeñas pastillas amarillas y se lo extendió.

-¿Qué es esto?- El frasco no tenía ninguna etiqueta que explicara su contenido.

-Son supresores- informó Haikuan.

Cheng se los tendió de regreso – No puedo tomar supresores en mi estado, por lo menos en el primer mes.

Haikuan entonces tomó el frasco de nuevo, pero se sentó a lado de Cheng envolviendo el frasco en las manos del omega y a su vez, envolviendo las manos del omega con las suyas – Estas no afectarán al cachorro. Se hicieron para omegas en cinta, pero ya que por lo regular están encerrados cuando son preñados, no son necesarios por lo que su producción se descontinuó.

Cheng las miró con una sonrisa triste. El mundo actual era sin duda cruel e injusto. -¿Y aún cuestionas nuestras intenciones?-. Murmuró refiriéndose a lo que sus hermanos y él hacían.

-Entiendo porqué lo hacen- dijo Haikuan acariciando tiernamente la mejilla de Cheng – Sólo quisiera que no estuvieras involucrado. No quiero arriesgarte en lo más mínimo. Sé que es egoísta, sé que su situación debería de cambiar, pero no quiero que lo hagas tu.

El omega lo miró a los ojos – No había otra forma- Cheng jugaba con el frasco en sus manos – Ningún alfa movería un dedo por nosotros, nadie lo haría a menos que tengan algo que perder. Tu ahora harás algo al respecto porque ya tienes dos importantes razones para hacerlo.

Haikuan desvió su mirada pasando sus manos sobre por su rostro un tanto frustrado. Su omega tenía razón, él había sido una parte importante del problema, simplemente siguió alimentando ese sistema porque no le afectaba directamente, pero ahora estaba en juego su motivo para respirar.

Cheng dejó el frasco en la mesilla, se sentó sobre las piernas de su alfa comenzando a desabotonar su propia camisa haciendo que Hai posara sus manos sobre sus caderas firmemente. -¿Cuál es el plan?- preguntó el menor comenzando a dar besos en el rostro de su alfa.

-Regresarás a tu departamento. Mañana comenzarás como mi asistente hasta que tu estado lo permita, entonces te mudarás conmigo en esta casa- explicó mientras sus manos terminaban de desprender la camisa de Cheng recorriendo la tersa piel comenzando a excitarse.

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