ᎬΝͲᎡᎬ ᏞᎪ ΝᏆᎬᏙᎬ ᎻᎪᎽ ᎻϴᎫᎪՏ {🇫🇮 x 🇨🇦} Vol. 1

DICIEMBRE: NO SIEMPRE ES INVIERNO

Lentamente, sus entre amarillentos ojos se abrieron, contemplando así el techo de un lugar que se le hacía más familiar. Por suerte ya no se trataba de aquel oscuro cubo. Estaba en su habitación.
Pronto, notó que su padre estaba ahí,  dormido en una silla de madera. Lo visualizo de cerca y luego se sentó con dificultad sobre su almohada, intentando procesar lo que había pasado antes y por qué estaba ahí ahora.
De pronto la puerta blanca en la esquina frontal a la cama se abrió, y USA, junto con Francia estaban entrando con algo de comida en una bandeja plateada.
Pronto se contentaron los dos de ver qué Canadá finalmente había despertado de su largo sueño de dos días.
En un principio estaba internado pero la familia y los doctores se convencieron de que la contución no había Sido mortal como en un principio lo pensaron, y que podía reposar en casa. Le dolía la cabeza lo suficiente para quejarse un poco sobándose el hemisferio derecho, pero no tanto para seguir en cama como un inválido. A pesar de esto, no lo dejaron levantarse todavía.
UK también se levantó por el ruido, y algo ansioso exclamó un corto "¡ya despertaste!"; Los demás se amontonaron alrededor, todos genuinamente preocupados.
Canadá recordó el cubo de sus sueños, dónde parecía ver a todos y a la vez nadie. Lo único que quería era decir algo, ellos estaban ahí siempre, pero el no decía nada. El corazón se le estrujó, solo al darse cuenta de lo increíblemente afortunado que era, y lo poco que apreciaba eso. Una lágrima quiso asomarse por su ojos, producto de lo conmovido que se sintió, pero fue entonces que recordó el último rostro que vio al salir del profundo lago de oscuridad. ¡Tenía que decirle algo a Finlandia! ¿Donde estaba él? Claro, él no estaba ahí, que lo hubiera salvado no significaba que estuvieran en buenos términos.

Por la misma puerta blanca se presentó México, quien desde afuera logró escuchar la silenciosa bulla.
Se acercó, y recibió al recién despertado con un abrazo. Seguido de eso, tomo un vaso de vidrio del buró, y el jarrón de vidrio que también estaba ahí, para servirle un poco de agua, como si hubiera leído la mente del canadiense. Estaba sediento, tenía los labios partidos y se le notaba en el rostro.
Todos ahí lo notaron repentinamente deprimido, y es que, no se le quitaba de la mente lo que había pasado en la boda, lo que se reveló.
USA y México le miraron como si hubieran ganado la lotería, y los dos casi al mismo tiempo le aseguraron que nadie iba a hablar jamás sobre eso. ¿Cómo era eso posible? Pues sencillo; USA en esos días, con toda la calma del mundo, fue junto al FBI a amenazar a toda la prensa mundial. Fue con varios jefes de noticieros y dueños de periódicos, y como si de un gangster afroamericano se tratara, los tuvo con el arma en la cabeza, mientras comía crema batida con estilo.

Al menos esa era una preocupación menos. Muy pronto todos los rumores quedarían en el olvido, pues de por sí Canadá no era el tema de conversación más interesante que alguien pudiera tener. Ahora lo que más le tenía en conflicto, era él mismo.
Miró un poco de cerca al mexicano, y se dió cuenta de algo extraño; tenía un listón rojo en la muñeca, cosa que le produjo como dos deja vu muy intensos e instantáneos.

  — mex, What is this?. — preguntó sin poder resistir.

  — ¿Esto? Es una cinta que encontré en el bosque cuando te buscábamos. Es linda, ¿No? Justo cuando la ví logré captar tus huellas, ¡Fue todo un milagro! Así que la tomé.

Sin responder a aquella historia, le pidió en voz tenue quedarse a solas para hablar con él.
Los demás se fueron de la habitación, quedando ellos dos.
México se removió un poco inquieto por su asiento de madera, jugando con el brillante listón.

  — que pasa, ¿Te vas a disculpar por no decirme nada de tus problemas antes a pesar de que somos amigos?. — preguntó ironizando, mientras observaba como Canadá fruncía el ceño, dolido. — es broma, entiendo tus razones, soy yo el que debería disculparse por no tomarlo en cuenta antes. A pesar de preguntarme frecuentemente por qué te habías vuelto tan callado, no me di el tiempo de indagar.