VIII

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La hora de la cena llegó, todos excepto Eve se reunieron en la cocina. La forma en que estaban coordinados era todo un espectáculo, iban cambiando tareas y alistando todo como si fuera una coreografía que habían ensayado cientos de veces, y todos tuvieran claro su papel.

Primero, Alex acomodó los platos en la mesa, Hunter apiló unas cuantas latas de comida y Axe sacó de un pequeño armario una caja con vasos de plástico. Después, Axe se encargó de abrir todas las latas y dejarlas en una hilera junto a la estufa que Hunter acababa de encender mientras Alex acomodaba los vasos que habían sacado antes.

Cuando por fin cada quien se sentó en su respectivo lugar, con los vasos llenos y un plato humeante en frente, noté una silla vacía frente a mí.

─ Alex – llamó Axe. – Llevale eso a Eve.

Ordenó señalando la comida. El rubio dejó caer la cuchara rebosante del estofado que habían preparado salpicando la mesa.

─ Que vaya Hunter – pidió con la mirada suplicante – A él nunca le hace nada.

─ No seas llorón – se burló Hunter dejándome boquiabierta. Había comenzado a dudar si podía hablar y ahora resultaba que hasta bromear sabía.

─ ¿Qué no sea llorón? Todavía no se me quita el golpe que me dió la semana pasada – se quejó girándose y levantando un poco la camiseta del lado izquierdo, dejando a la vista manchas verdes con toques violetas en su costado.

─ Eso te lo merecías – aceptó Axe encogiéndose de hombros. – Dejate de cosas y ve.

El rubio abrió la boca completamente indignado.

─ Pero. Hunter él... Además está enojada.

─ Alex – cortó su balbuceo – Solo lleva las cosas, déjalas a un lado de la entrada, grita que traer la cena y sal corriendo.

─ Bien, pero si muero quedará por siempre en sus conciencias – amenazó a todos con los ojos entrecerrados. Incluyéndome a mí.

Obedeciendo a Axe tomó el plato con comida y entró al túnel con la barbilla orgullosamente alzada.

Sin esperarlo comenzaron a comer, así que seguí su ejemplo. Segundos después llegó hasta nosotros el eco de Alex gritando "comida", seguido por sus pasos apresurados.

Cuando llegó, tenía la respiración agitada y miraba hacia atrás vigilando que no lo hubiera seguido.

Dejando atrás ese pequeño incidente, el resto de la cena fue bastante tranquila. De vez en cuando surgían conversaciones cortas entre ellos sobre cosas banales, como quien haría la limpieza al día siguiente o la misteriosa desaparición de una de las camisetas favoritas de Alex.

Me mantuve callada todo el tiempo, escuchándolos superficialmente. Tenía cosas más importantes en las que pensar.

El cuchillo perdido se haría notar pronto, así que no tenía mucho tiempo para actuar. Además, mientras más rápido lograra salir, tenía mayores probabilidades de encontrar a mi padre antes de que se diera por vencido.

La primera parte del camino era fácil, solo debía seguir el río hasta encontrar el árbol donde habíamos descansado. A partir de ahí todo se complicaba. En el camino hacia La Caverna no había notado ninguna marca o lugar distintivo que me ayudara a ubicarme, así que tendría que valerme de mi intuición.

La mejor opción era aprovechar la oscuridad de la noche, para que no fuera tan fácil seguirme. Ahora lo único que faltaba era encontrar un momento donde me dejaran sola.

Había sido un día largo. Tendrían que dormir en algún momento ¿cierto?

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