IX

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─ ¡Axe! – llamó Eve preocupada.

Él se dio la vuelta llevándome de forma brusca. En la entrada del túnel estaban Eve y Hunter, ambos con pistola en mano listos para disparar.

─ Todo está bien – los tranquilizó con la respiración acelerada.

Bajaron sus armas de inmediato y se acercaron. Hunter se adelantó tomándome con brusquedad. Axe fue atrapado por Eve. Lo revisó buscando todas las heridas que le había causado.

─ Basta – la detuvo tomándola por las muñecas. ─ Amárrenla bien – ordenó con enojo.

Entre los dos volvieron a amarrarme sin ningún cuidado, pero esta vez no solo fueron las muñecas. Tenía cintas que mantenían dolorosamente juntos mis brazos detrás de la espada desde las manos hasta por encima de los codos.

Al terminar, Eve se acercó y me tomó de la barbilla. El golpe que me había dado contra el suelo me hizo imposible el suprimir el gemido de dolor.

─ Escúchame bien niña, si tu vuelves a tocarle aunque sea un puto cabello, me voy a encargar de que sepas lo que realmente es sentir dolor.

La determinación en su voz y esa mirada loca que tenía eran claros indicios de que estaba hablando en serio. Pero me negaba a mostrarle aunque fuera una gota de miedo, así que en su lugar solo le sostuve la mirada hasta que me soltó.

La fachada de niña ingenua e inocente era inútil ahora.

─ Voy a salir – anunció Axe tomando una mochila. La herida de su mano seguía sangrando manchando la venda que debió ponerse mientras no miraba. – Quiero que la vigilen todo el tiempo.

Cuando me miró, en sus ojos ardía fuertemente el enojo.

Hunter obedeció de inmediato posando su mano sobre su arma de forma intimidante, pero Eve salió tras él tratando de convencerlo de al menos curar bien sus heridas antes.

Por la forma enfadada en la que actuaba al regresar supuse que Axe no le había hecho el más mínimo caso.

─ Tú te encargarás de ella – bramó a Hunter con repulsión en su voz.

Sin esperar una respuesta se adentró en los túneles abandonándome con el soldado gigante que parecía no molestarle para nada tener que hacer el papel de celador.

Las cintas de mis brazos estaban tan ajustadas que me cortaban la circulación en algunas partes, y la silla de madera en la que me había puesto Hunter era increíblemente incomoda, las barras del respaldo maltrataban mis brazos y manos, y la falta de espacio hacía que me encajara el borde de la silla.

─ ¿ Podrías...

─ Una palabra más y volveré a amordazarte.

El pequeño vistazo que había obtenido del Hunter menos duro y amargado durante la cena quedaba ahora completamente opacado por el soldado frio y sin corazón que estaba de nuevo frente a mí.

El control que tenía sobre sí mismo era admirable, la forma rígida en la que se mantenía parado frente a mí, el estado de alerta constante, preparado para actuar en cualquier momento y la atención total en la tarea que le habían asignado (que vendría siendo yo) eran cosas que nunca había logrado hacer.

Jed se molestaba todo el tiempo conmigo porque siempre terminaba distrayéndome con cualquier cosa dándole a mi contrincante el momento perfecto para atacar.

Hunter no me quitó la mirada hasta que Axe volvió tiempo después. No podía revisar mi reloj, y sin luz del sol cerca era imposible calcular cuánto tiempo había estado fuera.

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