A tu placer, grita el corazón

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Un aire ligero y caprichoso. Remanentes de una esencia floral lograban llegar hasta los extremos de su nariz, invitándole a deseos caprichosos y absurdos. Era dulce, tranquilizador, y una vez que se desvaneció eventualmente, ligeramente cruel. Aunque fuese solo por un poco más, los brazos que se envolvían fuertemente alrededor de los delgados hombros de su cuerpo no querían sino permanecer de este modo. Saborear lo que parecía un intercambio cordial, pero que más bien se sentía como un reencuentro largamente esperado.

Y tal vez, si no fuese por la abrupta tos junto a ellos, los dos amantes con gusto habrían hecho exactamente eso. En su lugar, rápidamente les recordaron que estaban fuera de la entrada a un complejo de apartamentos de Tokio, y rápidamente se separaron de su abrazo. Dos jóvenes mujeres de cabello rosa-rojizo, y el ligeramente avergonzado estudiante universitario que se encontraban en la entrada. – Perdón por... interrumpirlos. – dijo Itsuki lentamente. – Ichika y yo tuvimos que hacer un largo viaje hasta aquí. ¿Te molesta si entramos primero, Uesugi-kun?

Fuutarou carraspeó ligeramente. – Sí, claro. Adelante, pónganse cómodas.

Cuando recibió la llamada telefónica poco después de su conversación unas semanas atrás, Fuutarou nunca se esperó que las cosas resultaran de este modo. Ichika era una actriz talentosa (eso jamás lo dudó), pero llegar a tanto como para ser invitada a tomar parte en una entrevista grupal aquí en TokIo era monumental para su carrera. Su gran golpe de suerte. Tendría un bloque de dos horas completo reservado en Tokyo Stars Live, un popular show de entrevistas de la noche. En el tiempo entre la llamada y la hora de la entrevista, el interés público de la aclamada película independiente, El Acertijo Carmesí, todo había estado muy movido. Amantes de las películas, entusiastas del teatro, y más importante aún, agentes de estudios cinematográficos por toda la prefectura sin duda iban a sintonizar para los detalles concernientes a la producción de la ahora popular película, y los misteriosos recién llegados a la industria.

- Perdón por la intromisión, Fuutarou-kun. – Ichika le saludó con la mano mientras entraba, y se dio la vuelta para cubrir un largo bostezo.

- ¿Cansada? – preguntó Fuutarou.

- Un poco. Tuve que levantarme muy temprano para llegar aquí, y el asiento de un auto no es rival para una cama cálida. – Ichika echó un vistazo al interior del apartamento de Fuutarou. – No se podía ver mucho con solo el pasillo de entrada. – Tienes una cama, ¿verdad? ¿O al menos un futón cómodo? Quisiera cerrar mis ojos solo por un...

- ¡No, Ichika! – le gritó Itsuki. – No te puedes quedar mucho, ¿recuerdas? Tu manager estará pronto para recogerte.

- Solo bromeaba. – Ichika volvió a bostezar. – En su mayor parte...

- ¿Ya has pensado en lo que vas a decir? ¿Hay algo malo con el vestido que trajimos? ¿Qué tal si algo...?

- Ella va a estar bien, Itsuki. – suspiró Fuutarou. – Ahora date prisa y entra, que obstruyes todo el pasillo.

- ¿O-ob-obstruyo? ¡Cómo te atreves! ¡¿Estás tratando de llamarme—!

- Ya, ya... – se rio Ichika, indicándole amablemente a su hermana menor que entrara. – Tienen que llevarse bien, los dos. Vamos, hay que entrar. ¡Realmente estoy muy emocionada de ver el apartamento de Fuutarou-kun por dentro!

Dándoles la bienvenida en la entrada había una plataforma baja y pequeña, seguida de un pasillo ligeramente estrecho que llevaba a una puerta cerrada. Alineada contra las paredes del pasillo había un refrigerador conectado a una larga repisa, sobre la cual había una estufa eléctrica, un lavabo, y un microondas. Una cocina, por no decir menos. La puerta cerrada en la pared opuesta llevaba al baño, lo que signigicaba que la puerta al final del pasillo era la que llevaba al cuarto principal. Para sorpresa de las hermanas Nakano, el apartamento terminaba en dicho cuarto. Una cama solitaria acomodada contra la pared, un escritorio de estudio, un pequeño armario de ropa, un par de almohadas en el suelo sobre la alfombra, un pequeño estante de biblioteca, y una mesa de té en todo el centro. Un colgadero de plástico estaba tendido sobre el riel de las cortinas, donde había algunas camisetas secándose al sol. Simple y eficiente, aunque algo aburrido.

Todo de míWhere stories live. Discover now