9.

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[ADVERTENCIA: Escenas +18]

La luz de las lámparas de alguna manera hace que abra mis ojos. Y solo entonces siento las consecuencias de tener sexo en un auto, pues la posición si es placentera pero no cómoda. Mi espalda duele como si hubiera dormido en el piso.

Busco a Douglas a mi lado, pero como todos los días, el no está allí. Mis ojos buscan las lámparas encendidas, y ahí, al fondo del pasillo, está mi hombre.

Me levanto de la cama de puntillas, y camino de manera sigilosa para acercarme a él. Estoy desnuda, pero no es nada nuevo para el.

— Buenos días, cariño —le digo estando detrás de él

El se da vuelta, con una sonrisa que se le borra cuando pasea sus ojos desde mis pies hasta mis pechos. De verdad que yo siempre he tenido un amor propio bueno, pero este hombre, con esa mirada, me lleva hasta las nubes.

— Buenos días, preciosa —su mirada denota lascivia.

Mi cuerpo reacciona, erizándose. — Estoy un poco adolorida, y me espera un vuelo de doce horas.

— Ocupo hablar contigo sobre eso, Calipso.

Douglas se levanta del pequeño escritorio. Se coló frente a mi, y levanta mi barbilla. No me acostumbro a lo alto que es este hombre.

— ¿El viaje?

— Si, Cali. Te di tiempo, te di espacio, no lo volveré hacer.

Me alejo un poco de el — ¿A qué te refieres?

Douglas vuelve a acercarse — No podré mantenerme alejado de ti mucho tiempo más. —su pulgar acaricia mis labios— Date la vuelta, y levanta ese culo.

Mi cuerpo obedece. Este hombre tiene un poder increíble.

Me recargo en la mesa alta que está adornada con unas cuantas plantas. Mi culo queda expuesto, y toda yo.

Douglas pasea su largos dedos por mis pechos para terminar por mi entrepierna. — Siempre lista

Sus dedos terminan en mi entrada, introduciendo tres. Pronto siento su cara en retaguardia, abro mis piernas más. Su lengua se pasea por todo mi ser, sus dedos dejan de ser tres, y aumenta a cuatro, pues siento el cambio.

— Cásate conmigo, Calipso —Suelta de repente el hombre— O debo concederte muchos orgasmos antes de un si?

Asiento como puedo, pues su mano aumenta la velocidad. Mi coño comienza a palpitar, y mi culo goza.

— No sabes a qué clase de hombre has motivado, preciosa.

Douglas saca sus dedos, y aleja su lengua. Me toma por la nuca, recargando mi cara contra la mesa, quedando casi en un ángulo perfecto. — Ábrete para mi, y no te levantes, Calipso.

— Que demandante...

Oigo como cae al suelo el jogger que traía. Su miembro golpea mi zona con fuerza, haciendo que pequeños gemidos salgan de mi boca, y las ansias de que me folle como animal aumenten.

— Te voy a recompensar todo, Calipso —entra de una embestida fuerte y profunda— Cada día que me hiciste esperar para tener así —sale y entra— Cada hora —vuelve a salir y a entrar— cada maldito segundo.

— Dougl-as

— Te haré pagar la maldita espera —se entierra con más fuerza— Y no te dejaré ir sin saber que serás la señora Kingston, Calipso —arremete con más fuerza— haré olvidar a cualquier otro hombre que te haya tocado, y multiplicaré eso.

Una de sus manos mantiene mi cabeza contra la mesa, y otra agarra mi pecho, mientras comienza a meter y salir con rapidez y profundidad. Metiendo aire, metiendo su bestia y metiendo todos sus jodidos deseos.

Joder, lo quiero. Lo quiero más que para no verlo, lo quiero ver todas las noches, y que haga salir mis mas viejos deseos.

— Serás mi mujer, y serás mi puta.

La última palabra enciende algo en mi. Haciendo que me levante de la mesa, y le de una cachetada al hombre que está follandome.

El voltea a verme enojado, y levemente sonríe. Lo beso, lo beso de una manera feroz, lo beso haciendo que el me muerda, y ese beso sabe a sangre, sudor y gloria.

Me lo llevo hasta el sillón más cercano, donde lo siento en el. Me subo y acaricio todo su pecho, para después meterlo en mi.

— Pasaste la prueba, Douglas.

El sonríe — Me encantan rudas, para así domarlas.

— Di mi puto nombre, Douglas —ordenó mientras lo cabalgó— Di el puto nombre de quien te está follando como te gusta.

Me acerca a él con fuerza, y me dice al oído con voz grave — Calipso.

(...)

Me coloco un vestido que cubre mi pecho y espalda, pues en ello están las marcas que ocultan mis vacaciones. Mi maleta está lista y Brenda me espera en el aeropuerto.

— Espero no olvide nada —murmuro

— Puedes dejar todo aquí, te puedo comprar lo que quieras.

— Luego utilizaremos ese dinero que te estorba, cariño —respondo sarcástica.

— Algo que si se te olvida es esto —Douglas me abre la mano, y deja una pequeña caja en ella.

— ¿Qué es esto?

— Una cita para que nos presentemos frente a un sacerdote o padre, quien mierda case a las personas.

Abro los ojos al ver el hermoso anillo que está en la casa. — Douglas

— Dime cuando, lugar y hora. Y ten por seguro que llegaré para poder quitarte el vestido. —Me quita la caja y saca el anillo— Dame tu mano —me coloca el anillo— Avísale a tu padre que ya no eres de el.

— Ni tampoco tuya, hombresote.

— Mía —me sujeta por la cintura— Mía desde hace meses, y mis ahora. No lo olvides.

— Con este anillo no lo olvidaré, Douglas. No creo que hayas podido encontrar uno más grande.

— Te amo, Cali.

Religiosa  +18 © [Completa✔️]Where stories live. Discover now