Capítulo 21

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La noche anterior Dillon me había informado que mi mañana sería ocupada a petición de Gwenhwyar quien solicitaba de nuestra presencia en su casa

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La noche anterior Dillon me había informado que mi mañana sería ocupada a petición de Gwenhwyar quien solicitaba de nuestra presencia en su casa. Apenas la alarma de mi teléfono sonó me levanté de manera obligada de mi cama, y desperté por completo al ver las llamas perdidas de Dillon al igual que una cantidad exagerada de mensajes avisando que se encontraba abajo desde hace ya una hora.

Me vestí lo más rápido que pude, omitiendo una ducha al convencerme a mí misma que la tomaría en la tarde para el evento improvisado al cual nos invitó la tarde anterior, junto con la familia de Darren, la madre de Dillon. Bajé corriendo las escaleras y desde la entrada me despedí de mi madre dándome cuenta al poco tiempo que la casa estaba vacía.

La impaciencia de Dillon podía percibirse a una considerable distancia, y una vez logró notar mi presencia al quitar su vista del celular, frunció el entrecejo y resopló con frustración.

—Una hora y media —fue lo primero que mencionó al estar cercas de él—. ¡Una hora y media! —volvió a quejarse.

Sin dejarme decir mi excusa y disculpa entró al auto.

—Me quedé dormida —dije una vez me encontraba dentro del auto—. Lo siento, puedes culpar a mi alarma.

Tan solo rodó los ojos mientras que negaba con su cabeza.

Ninguno de los dos soltó palabra alguna durante el trayecto hacia la casa de Gwenhwyar. A Juzgar por el rostro de él, podía diferir que seguía molesto, y por mi parte, temía molestarlo aún más.

Intenté contener el bostezo que amenazaba con manifestarse sin tener éxito alguno, estaba cansada y mi cuerpo pretendía demostrarlo sin importarle estar consciente del enfado de quien conducía.

—Te levantas tarde y aún estás cansada... increíble —murmuró y bajé la mirada.

En el mismo lugar de siempre, antes de llegar a la colina que habitualmente subíamos para poder tocar la puerta de Gwenhwyar, parqueó el auto.

No me sentía preparada para otra lección de magia o de historia acerca del mundo de las hadas, estaba agotada y era consciente de que me esperaba un día atareado. Lamentablemente, quejarme frente a la única maestra que había ayudado a mantener mi magia bajo control no parecía ser opción y lo único que quedaba por hacer era aceptar lo que impusiera.

Al llegar a la cima de la colina, me recargué sobre la pared de la casa de Gwenhwyar con el fin de descansar por los pocos segundos en lo que éramos recibidos tras darle la oportunidad a Dillon de llamar a la puerta.

—Pasen, pasen —repitió Gwenhwyar de manera continua tras abrir la puerta—. Esta muy frío, creo que nevará —comentó una vez nos encontrábamos en su sala.

—Lo hará —afirmó Dillon—. Lo anunciaron en las noticias.

—En ese caso ¿Te molestaría encender mi chimenea?

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