Capítulo 22

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La confesión de Dillon resultó en una plena incomodidad para ambos a pesar de intentar actuar con normalidad ante Darren y mis amigas, y después de su partida hacia su regreso a Londres la comunicación entre nosotros se volvió inexistente a excepción del año nuevo en donde intercambiamos un breve mensaje deseándole al otro un feliz año.

Por otro lado, la insistencia de mis amigas por saber la pequeña conversación que tuve con el pelirrojo el día de navidad cuando nos dejaron a solas en la puerta de su casa no cedió, como tampoco lo hizo mi fuerza de voluntad para callar la bomba que Dillon había soltado sobre mi así como mi respuesta, por fortuna, la mentira sobre una situación en la que involucraba nuestra magia las dejó satisfechas.

Cada día que pasaba marcaba en mi calendario el fin de otro día de libertad y contaba los que faltaban para el regreso a clases. Me desesperaba el no tener noticias de Dillon a la vez que deseaba no recibir ningún mensaje ni llamada de él, desgraciadamente, había llegado él día en el que lo vería de nuevo después de días.

—Buen día —me saludó mi mamá apenas entré a la cocina.

Le regresé el saludo y fui hacia la nevera para tomar una manzana y una barra de chocolate. le di una mordida a la manzana y guardé la barra en mi mochila.

—Papá ¿Crees que podrías llevarme a casa de Gwenhwyar? Queda cercas de Grallagh —le pedí acercándome a él impidiendo que saliera de la casa.

—¿No mencionaste una vez que esa señora odiaba a los humanos y podía desintegrarlos con un polvo mágico? —preguntó dudoso de sus palabras.

—Así es —le confirmé.

Soltó una risa nerviosa, me dio unas palmaditas en el hombro y se negó a llevarme.

—Dile a tu amigo pelirrojo —propuso tratando de abrir la puerta la cual protegía con mi cuerpo.

—¡No puedo! —me apresuré a responder dirigiendo la atención de mi madre hacia mi—. Dillon... tenía unas cosas que hacer y... dijo que me vería allá.

Junté mis manos a modo de súplica y rogué en mi mente que no me hicieran llamarlo.

—Bien —resopló mi papá después de acceder —pero te dejaré a una distancia en la que mi vida no corra peligro —me advirtió antes de salir de la casa.

Di un salto a su carro y lo apresuré a que lo encendiera.

Con cada minuto que pasaba mi estomago comenzaba a revolverse y mi ansiedad aumentaba, estaba nerviosa y pretendía ocultarlo a toda costa. Al estar justo a dos cuadras de la casa de Gwenhwyar mi padre me hizo salir del auto, y apenas lo hice, aceleró más rápido de lo cual acostumbraba.

A la vez que subía la colina intentaba de imaginarme diversas conversaciones que podría tener con Dillon, y todas en algún punto llegaba a lo que había dicho aquella noche, y la cual debía de evitar a toda costa.

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