Epílogo

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"¡Hey, Boruto! Deja ya en paz esas flores" – le regañaba a la distancia, pues acababa de recoger las servilletas que el chico había tirado al piso hace menos de cinco minutos.

"No hay caso con él, ¿no es así?" – la chica rubia de larga cabellera se había posicionado a su lado, sosteniendo entre sus brazos a un bebé que dormía plácidamente.

"Es Naruto quien no lo entiende" – le respondió la peliazul, divertida – "Estoy segurísima que cuando él tenía cinco años, era igual de inquieto que Boruto"

Ambas mujeres comenzaron a reír mientras observaban la escena. Naruto había ubicado el jarrón de flores de vuelta en la mesa, solo para voltear y encontrar al pequeño Boruto sentado en el piso, arrancando el pasto con sus puños y lanzándolo al cielo. Fue entonces cuando el mayor suspiró derrotado.

"Por cierto Hinata, no te lo había dicho, pero, ¡felicidades!" – finalmente se sentó a su lado, acurrucando con cuidado al bebé entre sus brazos – "Boruto es muy mayor para jugar con mi pequeño Inojin, pero seguro que él y ese bebé que viene en camino serán grandes amigos"

Hinata sonrió, acariciando suavemente su vientre apenas abultado. Tenía cuatro meses de embarazo, ya casi serían cinco, y apenas si se le notaba la panza.

"Estoy segura de que lo serán" – afirmó entusiasmada, dedicándole una mirada de ternura a su esposo, que ahora sostenía al pequeño Boruto en brazos y le sacudía el polvo – "Ayer me han dicho que probablemente sea una niña... El doctor no está del todo seguro aún, pero Naruto ya se ha emocionado un montón"

"¡En hora buena entonces!" – la rubia le volvió a felicitar, mientras observaban a la distancia, como las personas comenzaban a agitarse.

El novio acababa de llegar a la iglesia, y se encontraba todavía recibiendo a los invitados, como si buscase de forma insistente a alguien entre ellos, a quien no parecía encontrar.

"Por cierto, ¿has visto a Karin?"

"Oh, ella y Suigetsu fueron a buscar a Ayame al aeropuerto. El vuelo tuvo un ligero retraso, pero la última vez que hablé con ella por teléfono, el avión ya había aterrizado. Supongo que no han de tardar" – le informó la peliazul, mientras recordaba su última llamada.

Entonces Naruto finalmente se acercó a ellas, con un enfadado Boruto en sus brazos.

"¿Estaban hablando de mí?" – comentó el rubio al llegar, al mismo tiempo en que su pequeño hijo le asestaba un golpe en el mentón para liberarse de él.

"¡Mamá!" – exclamó el pequeño como si huyera de una trampa mortal, y se lanzó al regazo de su madre mientras fingía sentir mucha pena.

"¡Jajaja! Vaya Naruto, tal parece que, aunque se parezca un montón a ti, no te tiene el aprecio que debería" – Sai apareció justo detrás de su esposa para presenciar la escena y reír divertido.

"¡Ya verás! Esa pequeña que viene en camino va a adorarme, y tú, pequeño revoltoso" – comentó atrapando a Boruto por la cintura para alzarlo y sentarlo sobre sus hombros – "Tú también vas a aprender a adorarme, porque o si no... ¡El avión te llevará muy lejos!"

Y tras su última frase, salió disparado con el chico sobre sus hombros sosteniéndole las manos, mientras este reía y gritaba emocionado. A fin de cuentas, eran tal para cual, y Boruto solo fingía sus berrinches para conseguir que su padre le mimara.

"¡Ah! Es el auto de Suigetsu" – exclamó la peliazul de pronto, poniéndose de pie.

"¡Me muero de emoción! Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que vi a Ayame, con todo eso de su trabajo y mi mudanza, solo hemos hablado por chat. ¡Necesito darle un buen abrazo!" – la rubia imitó a su amiga, volteándose ligeramente para observar a su esposo – "Cariño, ¿sostienes a Inojin por mí? Cuidado, está dormido"

NaruHina "La melodía de nuestro amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora