(2) Lorca: Hormigón

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El polvo de cemento estaba por todas partes.Me quemaban los pulmones al respirarlo. Si entreabría los ojos, me escocían, así que los mantuve cerrados. Hice un rápido sumario de la situación: el edificio se había colapsado sobre nosotros, y yo estaba vivo todavía. Bien, al menos era fácil recapitular. El siguiente paso era revisar mis daños, dentro del estrecho espacio que tenía para moverme. Dolor en los miembros, pero no mayor que el habitual tras luchar como berserker. En ese estado, mi sentido del dolor se opaca, para no notar cuando estoy golpeando tan fuerte que mis brazos apenas lo soportan. Posibles fisuras en las costillas, si juzgaba cuanto costaba inspirar profundamente. Pero sin fracturas. Ah, y conmoción cerebral. Me habían dejado inconsciente, así que esa era inevitable.

Gina. Su nombre me explotó en la mente como una migraña. Gina. Había vuelto a fallarle. ¿Estaba allí también, enterrada?

Me sentí tan impotente, tan incapaz de ayudarla…tenía que seguir viva. No tenía sentido que yo hubiera sobrevivido y ella no. Infiernos, había matado a un Therian por si sola, con las manos desnudas. No era posible que hubiera muerto de esta manera tan estúpida. Me negué a creerlo. Regla número nueve de Otromundo, ¿no? Hasta que lo viera, tendría esperanza.

No podía seguir permitiéndola sufrir sola. Debí hablar con ella, escucharla. Fui imprudente acercándome así a ella por la noche, pero quería amarla. Confortarla. Pero los hábitos cuestan de romper: siempre he sido un superviviente y pienso como tal. Cuando se puede comer, se come. Cuando se puede dormir, se duerme. Cuando se puede tener un poco de amor… ¿quién sabe si habrá otra oportunidad? Pero ella quería que fuera algo más. Que fuera hermoso, dijo. Sonreí para mí mismo; Gina no pensaba en mí como alguien con quien estar por si acaso. No le bastaba que yo estuviera allí en ese momento y nos gustáramos o nos quisiéramos.

Gina no pensaba en sobrevivir. Pensaba en vivir conmigo. Todavía tenía sueños, y esos sueños merecían ser protegidos. Así que iba a salir de aquí, iba a sacarla de esto, superaríamos esto juntos. Y le daría la vida que se merecía.

Palpé alrededor, buscando alguna salida, pero no podía huir de mis pensamientos. Es cierto, Gina merecía más de lo que le había ofrecido, mucho más que un tiempo de compañía y caricias. Es más, conociéndola, me di cuenta de que debía ser virgen. Lo que le ofrecía perder era mucho más que lo que hubiera podido ganar. Me sentí como un imbécil.

No esperaba que el berserker me permitiera tener a alguien cerca. Pero ella había aparecido, tozuda y enérgica y perdida pero con ojos y oídos abiertos, lista para enfrentar Otromundo con o sin mi. Y había escogido hacerlo conmigo; eso era lo increíble. Sabía que el berserker era algo a temer, y había aprendido por las malas lo que realmente significaba que me convirtiera en eso. Le daba miedo y, aun así, me había escogido.

No volvería a dudar. Aprendería a cuidar de ella. La libraría del Djinn, si eso era posible. Acabaría con el berserker. Empezaríamos de cero y no pensaría nunca más que tal vez ella mereciera otra cosa. O que ella en realidad a quien quería era a Alyosha. Me había pasado por la cabeza demasiadas veces y…

Encontré algo blando y cálido. Un cuerpo humano. ¿Gina? “No”, me dije de inmediato, soltando el aire que había retenido por un largo momento. “Gina no llevaba ningún abrigo…”

- ¿Te has despertado? –preguntó una voz de hombre. Unas manos bastas me limpiaron los párpados con cuidado; abrí los ojos tan pronto los sentí libres. La mirada de Gina estaba frente a mí, en un rostro desconocido, pero lleno de detalles familiares; el hombre a mi lado rondaría los cincuenta años, por lo que la tenue luz le permitía distinguir- Soy Renardo. Soy el padre de Gina.

- Oh… soy Lorca. Soy el –dudé un momento, un largo momento que fue más evidente que mis palabras- guardaespaldas de Gina. –me observó bajo aquel fulgor pálido. ¿Me habría visto luchar al lado de Gina? Recuerdo que había alguien más, hacia el final de la lucha, que el berserker no clasificó ni como amigo ni como enemigo… pero no tenía recuerdos más definidos. Alyosha tenía razón: necesitaba expandir mi percepción.

Alianza de Acero: una novela de Dark'n'SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora