(18) Alyosha: Orgullo y Perjuicio

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La diferencia entre la satisfacción y el gozo es tan enorme como indefinible. Día tras día, año tras año, década tras década, me he sentido complacido de ver mis planes y los de Acero llevarse a cabo. Mi mejor esfuerzo recompensado por el éxito; en eso consiste sentirme satisfecho.

Djinn salida de la nada en mi puerta, en la Casa Styx... eso fue puro gozo. Inesperado, inmerecido. La atraje al interior sin soltarla, dejando que el portón de madera y hierro se cerrara tras ella. ¿De donde había salido? Este despacho era bastante privado, distanciado de Altzairu para mis asuntos privados. No esperaba recibir a nadie, salvo a una niña Fugaz sin techo que tenía que entrevistar más tarde. Y en vez de una recluta, mi Gina se encontraba aquí, en mis brazos, devolviendo el afecto, bailando sin ruido sin soltarnos. Gozo.

Tenía esa forma de respirar, lenta y densa, que significaba que estaba agotada pero no quería demostrarlo. Hablamos; no mucho, para no forzarla. Pero lo suficiente para que supiera que Arán Zuría me había puesto en deuda con él. Bravo por mi muchacho. Fuera que Djinn se uniera a mis fuerzas o a las suyas, saldría ganando. Probablemente le reconcomería saber que su progreso me satisfacía. De hecho, estaba seguro de que lo sabía.

En poco más de una hora, Djinn me había contado sus aventuras mientras le cocinaba y servía una cena ligera, pescado salpicado con vino blanco. La escuché con orgullo y tristeza, porque quizá estuve cerca de evitarle todo esto. Pero había superado sus pruebas, y regresado más fuerte. Poco después la conduje a su habitación, una de las dispuestas en un lateral del pasillo, frente al baño. Todo buen anfitrión de Otromundo, si es que hay otros -valga la inmodestia- se asegura de poder dar refugio a sus protegidos. Hay demasiados acosos y persecuciones para no hacerlo. Esta pequeña casa tenía tres habitaciones de invitados; no había una concreta para mí, ya que solía trasnochar cuando usaba esta guarida. En cambio, mis prioridades sí iban a ser relevantes: aquel lecho enorme con las sábanas recién cambiadas que hubiera dado alojamiento a la pequeña Fugaz, cuyo nombre se me escapaba ahora, sería para Djinn. Sin discusión.

Cuando pocas cosas te sorprenden, olvidas la reacción que te produce algo tan inesperado. No una crisis, no un imprevisto caótico: esta vez, había venido hasta mí una feliz sorpresa. Mi pulso, regulado mediante la respiración correcta y la meditación, ahora estaba acelerado como el de un colegial. Casi no me doy cuenta y abro la puerta del baño donde iba a dejarle una toalla limpia, cuando oí el agua corriendo en su interior. No exagero si digo que por cuatro, quizá cinco minutos, permanecí en pie frente a la puerta cerrada, escuchando el agua y un ocasional canturreo o dos. Si me concentraba, podía oír la forma de su cuerpo bajo el agua, dibujar su posición y sus movimientos mentalmente distinguiendo unas gotas de otras. Era un ejercicio mezcla de percepción y visualización, y hacía años que no lo ponía en práctica. Pero ahora, no pude contenerme.

La belleza inconvencional de Djinn no era por eso menos impactante. Es posible que los habitantes de los Rincones Oscuros supiéramos verla mejor que los mortales comunes. Sus brazos, largos, esbeltos, con los músculos dibujándose con cada flexión. La espalda de hombros anchos pero femeninos, dibujando una silueta de reloj de arena que se ensanchaba en sus muslos. Su cuerpo entero sugería una curtida fuerza y determinación, tallada, forjada, que la destacaban entre otras como una reina amazona. Y estaba floreciendo en Otromundo.

Me alejé a tiempo de no ser descubierto cuando salió, mirando a un lado y otro del pasillo. Parecía un cervatillo. Escondido tras una esquina en mi propia casa, vi su menuda sonrisa agradecida al encontrar la toalla que le había dejado en el pomo. De nuevo, se escondió en su pequeña madriguera. No se habían asomado más que un piececito moreno y un hombros en todo el proceso, que llevó un total de tres segundos. Aun así, era un espectáculo delicioso que me pertenecía exclusivamente a mí.

Alianza de Acero: una novela de Dark'n'SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora