(5) Viridiana y Lapislázuli

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A cuatro, no, cinco metros del suelo, la líder del equipo me había dirigido una mirada breve y nada más. ¿Qué era yo, un objeto de intercambio? Los seis estaban fuera de nuestro alcance, en pie sobre la malla de acero que debía prevenir las avalanchas naturales. La que nos había detenido, en cambio, era mucho mayor. Me pregunté cuanta fuerza era necesaria para hacer eso.

Si estaba aprendiendo calcular el poder de mis adversarios correctamente, la líder era quien debía preocuparme. Los otros estaban estáticos, todos a una. Al principio habían descendido al unísono; no sólo a la vez, sino coordinándose como si fueran las negras y flacas patas de una araña, sosteniendo un centro invisible.

- No voy a cederla -declaró Lapis, tajante; la líder volvió a ponerse, sin prisa, un mechón castaño fugitivo tras la oreja. El viento de montaña trataba de despeinarla, pero ella aguardaba imperturbable-. Está conmigo, es mía. No vais a robármela.

- Pagaremos tu precio. -respondió la mujer sin dudar. Se erguía, sin esfuerzo, perfectamente vertical en un minúsculo saliente de la pared de piedra. Se apoyaba en la punta de un pie, proponiendo desapasionadamente la compra de mi vida. Y mi supuesta amiga sostuvo el silencio como si se lo pensara.

- No podéis pagarme suficiente -decidió al final, aunque no debieron pasar más que un par de segundos-. Tengo un contrato. Una reputación. Y a ella también se lo he prometido. -no me entusiasmaba su orden de prioridades, pero al menos estaba de mi lado. Hasta cierto punto.

- Lapis -murmuré detrás de ella, confiando en que sólo ella podría escucharme-, ¿crees que ellos también me quieran viva? Sería una ventaja...

- No, no necesariamente - dirigiéndose a mí por primera vez, la vampira se echó hacia adelante como una gárgola huyendo de su lugar en los tejados. Aterrizó en el capó del Hummer, que apenas se agitó con el impacto al caer de pie sobre él. Y ahora ella estaba detrás nuestro y el resto delante. Dos frentes a la vez, hubiera dicho Lorca-. Obtenerte viva comporta ventajas. Matarte tiene otras. Sea como sea, el Círculo gana. Te invito a venir por tu propia voluntad... Djinn.

La iluminación de la carretera, muy tarde para la poca luz que quedaba, se encendió por fin. La extraña vestia una gabardina liviana, de un blanco hueso que hasta ahora las sombras habían hecho pasar por gris sucio. También podía ver sus manos, enfundadas en largos guantes de un verde tan oscuro que en la oscuridad me habían sido invisibles.

- Es mi prisionera -bramó Lapis, dando la espalda descuidadamente a las cinco figuras inmóviles que contemplaban a su señora-. No discutes esto con ella. Discutes conmigo. -la vampira se limitó a ignorarla; si Oneiros iba a seguir en sus trece, no iba a gastar más tiempo con ella.

- No me he presentado -la arrogancia de su tono convertía toda su cortesía en burla-. Soy Viridiana Nox.

- ¿De donde sacáis esos nombres? -una mueca se abrió paso en mi cara ante lo ridículo de la situación- ¿Tenéis un diccionario de palabras pedantes o qué? No te ofendas, Lapislázuli...

- No me ofendo -afirmó, con el ceño fruncido todavía por el desdén de Viridiana-. Mi nombre es muy bonito, nací con él y lo escogí yo misma. -a estas alturas ya sabía que las respuestas de Lapis solo servían para causar más preguntas. Lo archivé para consultárselo más tarde. Me dolió el corazón al recordar que no podría preguntarle a Lorca...

Nox seguía observándome. Por fin me di cuenta de qué me ponía tan nerviosa. No pestañeaba. Me miraba fijamente, los ojos abiertos, centrados en mí, en el límite entre poder ser llamados hermosos o saltones.

- Decídete, Djinn -sugirió en tono de exigencia-. Venir al Círculo viva, o quedarte con Oneiros muerta.

Casi podía admirarlos. Cinco enemigos armados vigilándonos desde la montaña. La líder entre nosotras dos; o se estaba tirando un farol increíble o era muy capaz de defenderse, y nos hacía el número del poli bueno con su escuadrón entero como poli malo. La oferta de paz y la amenaza mortal. Como en la película aquella de Sean Connery y Nicholas Cage. "Su unidad está rodeada desde una posición elevada. No se lo repetiré, no tiene por qué morir nadie. No haga una estupidez".

Alianza de Acero: una novela de Dark'n'SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora