Capítulo XI

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Después de aquel momento, que probablemente quedaría marcado para siempre, seguimos caminando hasta llegar a la esquina de mi casa, no habían casi personas y la noche ya se había apoderado del día. Alex me dio un beso y luego se fue perdiéndose rápidamente de mi vista, no quería que mis padres me regañaran por estar tan tarde con un chico, así que decidió no llevarme hasta mi casa.

—¿Dónde estabas? —la voz de mi madre hizo que pegara un pequeño brinco.

—Y-yo... Yo estaba haciendo tareas—dije entre titubeos notando la presencia de mi padre.

Había sido el mejor día de mi vida, donde sentía que me encontraba en el lugar correcto, con la persona correcta, donde sientes que ya no tienes que buscar más, que había encontrado la persona con la que iba a estar muchos años más.
El fin de semana había llegado, el mejor fin de semana para mí, había sido la mejor semana del año, nadie tenia idea de cuanto me gustaba Alex, él tenía todo lo que yo quería en alguien, no quería perderlo, ni ahora ni nunca. Quizá Alex se estaba convirtiendo en una obsesión para mí, pero no importaba, era la primera vez que me sentía así ¿Acaso era algo malo sentirse feliz? Porque si era así, entonces no me importaba cometer un delito.

Era sábado por la tarde, hacía algo de pereza, bueno, en realidad hacía mucha pereza, quería salir por primera vez en mi vida y eso ya era mucho mérito.

—Tengo que ir a comprar algo ¿Quieres ir? —preguntó. Yo me levanté de mi cama y asentí sucesivamente—. Claro cuando se trata de tu novio hay si corres.

—¿Novio? —la miré desconcertada.

—¿No son novios? —cuestionó y yo negué— ¿Entonces por que los vi besándose? —sentía mis mejillas arder en ese momento ¿Me vio? Sí y en una situación muy comprometedora. Tal vez no era para tanto, pero era mi madre y era vergonzoso.

Salimos de la casa después de ese momento vergonzoso, nos dirigiamos al lugar donde trabajaba Alex, una vez más parecía una psicópata mirándolo o admirándolo de lejos, es que era sencillamente tan lindo, me podría quedar mirándolo toda la vida y jamás me cansaría.

(...)

—Ojalá el fin de semana durará más —dijo de la nada, en su mirada podía notar algo de curiosidad— ¿Tienes algo con Alex? —preguntó alterando todos mis sentidos ¿Cómo se niega algo que se nota a lenguas?

—No se de que hablas. —respondí y ya sonrió.

—Si no fueras tan obvia te creería, lo veo en tus ojos, te brillan cuando lo miras. Al parecer alguien se enamoró. —susurró lo último para evitar que los demás escucharan.

Eso era verdad, por eso nunca mentía, mis ojos demuestran más de lo que yo pensaba. Las personas solían decir que mis ojos eran muy expresivos, lo que ocasionaba que los demás supieran lo que sentía aunque lo ocultara.

El día había transcurrido normal, realmente nada interesante para contar. Pronto salimos todos del colegio y nos dirigimos a nuestras respectivas casas. Yo estaba muy emocionada, iba a ser una tarde muy divertida, pues iba a salir con Alex, manteníamos más juntos de lo normal, casi todos los días nos veíamos, claro, aparte de que estudiábamos juntos, realmente no me molestaba, pero tenía miedo de que se aburriera antes de tiempo, dicen que cuando uno pasa mucho tiempo con alguien, al final te terminas de cansar y de ver diario a la misma persona ¿Será verdad? El tiempo lo dirá todo.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó una vez que nos vimos. Lo miré y él a mí.

—Tú eres el que conoce este lugar ¿A dónde vamos? —respondí con una nueva pregunta. Él sonrió y caminamos a un pequeño parque, era un lugar para niños, justo lo que eramos cuando estábamos juntos.

¿Hasta que punto podíamos llegar? Estábamos montados en unos columpios, donde la gente nos miraba como si estuviéramos locos, pero eso solo lo hacía más divertido.

—Veamos quien llega más alto —propuse de la nada. Asintió y empezó la competencia.

Nos quedamos un gran rato allí, mirando quién llegaba más alto, luego subimos a un juego más, donde había un pequeño túnel de color azul, allí nos quedamos hasta el anochecer, hablamos por un largo rato cosas de la vida.

—Eres muy intenso, pareciera que vives conmigo —susurré por la cercanía tratando de hacerle entender que no nos podíamos ver siempre, no quería que se aburriera de mí, no podría soportarlo.

—Intenso. —repitió. Asenti— ya veo.

Después de toda una tarde juntos, con risas y locuras, volví a casa, ¿Cómo le digo que si por mí fuera, lo secuestraría para verlo siempre? Pero quería darle su espacio, sus amigos, su vida, que no estuviera siempre conmigo aunque era lo que más deseaba. Odiaría perderlo por la sensación de rutina, era por eso, que debíamos apartarnos un poco o al menos eso era lo que yo pensaba.



(...)


Día 6, era martes, un día normal para mi agrado, la tarde habido llegado más rápido de lo normal y una vez más salia con Alex, me encantaba, no lo podía negar, mi tonto corazón empezaba a acostumbrarse a la presencia de Alex. Solía decir que mantener mucho con alguien cansaba, pero con él era diferente, no me molestaba su presencia, no me cansaba, era todo lo contrario, demasiado raro para mí, adoraba la sensación de comodidad que se sentía estando con él, era paz combinado con bienestar, todo un deleite.

¿Destino o Casualidad? Where stories live. Discover now