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𝘕𝘪𝘬𝘰𝘭𝘢𝘪 𝘓𝘢𝘯𝘵𝘴𝘰𝘷 - 𝘎𝘳𝘪𝘴𝘩𝘢𝘷𝘦𝘳𝘴𝘦
Árboles altos, flores hermosas y el color verde en su máximo esplendor me rodea. El viento agita mi cabello y me refresca el rostro, todo esto me hace sentir libre, desde acá arriba todo se ve hermoso, como un cuento de hadas.
Sin duda uno de mis lugares favoritos es el bosque.
—Ve por las manzanas y yo voy por las naranjas. —Me ordena mi hermano. —Y el que llegue primero agarra la rebanada más grande. —Me reta.
—Trato. —Antes de que dé la orden de empezar me adelanto.
—¡Oye, eso es trampa.! —Grita.
—¡Oye! Tranquilo. —Detengo mi caballo de un sopetón, cuando aparece otro caballo enfrente de mi.
—Hola, ¿Estás perdido? —El caballo está solo, no trae a ningún jinete, sin embargo trae montura.
—No, estoy huyendo de mi dueño. —Sus pensamientos llegan a mi mente. —¿Cómo puedes hablar conmigo? —Me río por su comentario.
—Un don, supongo. —Sonrió cálidamente.
Desde chica puedo comunicarme con los animales, crecí creyendo que era normal y que todos lo hacían.
Cuando mi madre lo descubrió se espanto, me alejo de las personas, me empezó a dar clases en casa, no me dejaba salir a ningún lado, vivía aislada de la gente, excepto de mis hermanos.
Ellos hacen que mi vida sea menos aburrida estando encerrada.
Hasta que cumplí la edad en que puedo comprender mejor las cosas.
Me habló acerca de los Grisha, personas con magia, brujos.
Al principio creyó que yo era uno de ellos, pero ninguno puede comunicarse con los animales, así que descartó la idea, y sólo me oculto de las personas.
Ahora que se ocultar mejor lo que sea que me provoca hablar con los animales, me deja salir.
—¡Hey!, detén mi caballo, por favor. —Un hombre, rubio, alto, y con un traje peculiar, se acerca a trotes, por el lado de donde vino el caballo.
—Perdón. —Le susurro al caballo.
—Gracias, tengo ratos buscándolo. —Habla mientras se sube al caballo.
Jamás en mi vida había visto un hombre tan apuesto, tampoco es que vea a muchos.
Creo que ya debería irme.
—Avanza.
—Nunca te había visto por aquí. —Antes de irme habla.
