Cap.17.

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Aquellas palabras supusieron un antes y un después.

Marcaron un principio y un final.

Para Samantha fueron el transporte a años atrás y ahora solo era la misma niña pequeña que cada vez quería más aquello que justamente le prohibían tener. Las palabras de su madre habían surgido el efecto contrario y habían despertado en ella un interés notablemente mayor en el chico.

Sin embargo, esas misma palabras sonaron de forma diferente en la cabeza de Flavio; que sin quererlo se encontraba en el lugar erróneo, en el momento equivocado y había podido escuchar toda la conversación con claridad y sin perder un mínimo detalle.

En un principio él solo iba, más que animado, a por una lata de cerveza que el propio padre de Samantha le había ofrecido. Ahora, el chico solo quería irse y desaparecer de aquel pequeño pueblo para siempre. Simplemente no quería estar en un sitio que sabía que no lo querían.

Pero al fin y al cabo no podía irse, eso sería darle toda la razón a aquella familia con tantos prejuicios. Por lo que Flavio decidió esperar. Esperar porque no quería ponerle las cosas demasiado fáciles a la madre de la valenciana, pero sabiendo que en un momento u otro estaría en un tren de vuelta a casa. No a Murcia, sino a Salamanca y sin la rubia. Sus vacaciones se habían alargando ya demasiado y quizás su relación también.

La postura madura y elegante que adoptó el joven ante aquella desagradable situación, consiguió no levantar sospechas en ninguno de los presentes que sin saberlo comían manteniendo la máxima tranquilidad posible.

Debora miraba indignada a su madre, mientras esta a conciencia lanzaba miles de preguntas al chico, convirtiendo el almuerzo en lo que parecía ser un campo de minas para Flavio. Samantha por su parte admiraba orgullosa la resolución espontánea que parecía tener su novio antes las dichosas preguntas impertinentes de su madre.


Ninguno de los dos supo realmente como es que sobrevivieron a aquella comida incómoda con nada más que conversaciones triviales y peligrosas, además pocas muestras de interés por ambas partes. Pero lo hicieron.

Lo hicieron y lo lograron, al igual que Samantha logró sacar a Flavio de aquella casa de aura hostil para llevarlo a la brisa dulce y helada de las playas valencianas.

Ambos estaban ahora sentados y acomodados en la arena húmeda de la orilla de aquella playa de la que Samantha tenía tantos recuerdos. Flavio era la primera vez la pisaba,  pero el ruido de sus pensamientos no le permitió siquiera apreciar lo bonita que se veía la luna que parecía mezclarse junto al mar oscuro y aterrador de la noche. Y mucho menos le permitió apreciar lo brillantes que se veían los ojos azules de la rubia con el reflejo de las luces del chiringuito que se encontraba detrás de ellos.

Realmente podía iluminar toda la playa. Los ojos de la chica, no el chiringuito.

El relente de la noche corría entre el hueco intencionado que Flavio había dejado entre ellos, mientras que la valenciana se preguntaba qué le dolía más; ¿el frio invernal de Valencia que parecía calarse poco a poco entre los dedos de sus pies o lo lejos que sentía a su novio estando a tan solo 10 centímetros?

Seguramente lo segundo.

Los dos sabían que alguno tendría que hablar en algún momento de la evidente tensión que se notaba desde la cena; pero siendo justos, Samantha no tenía ni idea de el por qué de ella. Al igual de que no tenía ni idea de que efectivamente Flavio había escuchado esa desafortunada conversación que lo había llevado a tratar a la valenciana de esa forma tan fría como el frío que sentía la misma en los dedos de los pies.

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⏰ Last updated: Nov 08, 2021 ⏰

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