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—Oye Lumine.

—¿Qué ocurre?

—Dentro de poco un amigo mío hará una macrofiesta en su casa, ¿querrías venir conmigo?

Lumine apartó la cabeza de sus piernas y alzó la ceja.

—¿Para que ocurra lo mismo del otro día?

—¡No lo sabrá Kaeya y mucho menos Ayaka! De verdad que quiero ir contigo.

La rubia suspiró levantándose y se acomodó la falda, y se cruzó de brazos negando con la cabeza.

—No creo, tengo demasiada mala suerte.

—¡Pues sal conmigo algún día! Vámonos a un parque, a cenar, a ver una película... ¡Lo que sea!

Al ver como Thoma se levantaba y le cogía las manos suplicante, no pudo evitar el sonreír.

—Ya iremos hablando, ¿vale? El ir a un parque contigo me interesa demasiado, pero... Debes de ser un buen chico, ¿sí?

Thoma afirmó con la cabeza rápidamente y como premio, recibió un beso en la punta de su nariz.

—Me iré cariño, pero me ha hecho muy feliz el verte hoy y que aunque hayamos discutido, que hayamos acabado bien.

El de ojos verdes afirmó de nuevo bajando la mirada al suelo pensativo, y después a ella para poner una mueca de pena.

—No quiero que te vayas.

—Thoma, me iré ahora, pero no pienses que no vendré a verte, ¡es un hasta luego, no un adiós!

—Ya, pero...

—Necesitas verme todo el rato, ¿cierto?

—Sí.

El puchero que él hizo le confirmó que ella tenía la razón por completo.

Su pequeño y tierno cachorrito necesitaba de ella para poder seguir viviendo el día a día, eso le hacía morirse de ternura.

—Lumine... Quiero un beso de despedida.

La mencionada lo abrazó por el cuello y acercó su cara a la de él y al notar como le cogía de la cadera, cerró sus ojos rozando las puntas de sus narices.

—Te quiero Thoma.

—Te quiero Lumine.

Y los dos se fundieron en un cariñoso y suave beso.

Como Lumine acabara enamorada de él, lo iba a lamentar por el resto de su vida.

Pero es que Thoma...Era lo más bonito que iba a tener en sus manos en toda su vida.

—Me voy, ¿sí?

—Háblame por favor.

—Te hablaré.

[...]

Lumine se quedó parada al ver el coche de Childe delante su puerta, y cogió aire para poner una mano en su pecho.

Mierda, pues no era cierto el decir que ya estaba tranquila con él.

Se cagaba encima de miedo si Childe venía con ganas de guerra.

Vio al pelirrojo salir del coche, y dio un paso atrás cuando él fue directo hacia ella.

Hijo de la gran puta, estaba sonriendo.

—Hola Lumine, cuanto tiempo.

—¿Qué mierda quieres Ajax?

Utilizar el verdadero nombre de aquel chico le iba a costar la vida, pero debía de mostrar que estaba molesta con verle.

Thoma; put on your boxing gloves [pt. 1]Where stories live. Discover now